miércoles, 17 de agosto de 2011

Cambios


1. Change

Aquel día estaba sentada llegando a casa y pensando la razón por la que tenía que vivir al lado de mi enemigo y de mi tutora. Dios Santo, siempre me los encontraba en verano, los fines de semana, en Navidades, etc, cuando escuché las alarmas de ambulancias, bomberos y policías. Fui corriendo a preguntarle al conductor de la ambulancia que estaba pasando y me dijo:
-Una mujer,un hombre y un niño han sido asesinados.
-¿Cómo?- Le pregunté muy asustada.
-Una persona aún no identificada entró en la casa y les mató, al parecer, con una pistola- Me contestó él.
-Bueno y, ¿en qué piso fue?
-Exactamente en el tercero "D" del edificio "Esperanza"
-¿Qué?- Mis oídos no daban crédito y mi corazón palpitaba cada vez más fuerte.
-Sí, el tercero "D", ¿conoces a la familia?
-Por supuesto-respondí con una voz ahogada.- Es mi familia.- Retomé las palabras tras unos segundos sin creer, imaginar, sentir e incluso pensar. No entendía nada, era todo tan extraño y borroso. Imposible, me dije. Seguí caminando, pasé por la entrada del edificio y subí las escaleras hasta llegar a un patio interior de suelo verde cuando, todo cobró sentido. Están muertos, Selena.
- ¡Están muertos!- Grité a los cuatro vientos mientras las lágrimas  resbalaban y recorrían mis mejillas terminando en mi boca. Comencé a gemir y me tiré al suelo. Sentía un dolor, un dolor tan profundo. La impotencia, el pánico y el miedo me estaban comiendo la piel. Tenía heridas invisibles por todo el cuerpo queme ardían a más no poder. 
¡AAAAAAAAAh! - grité desesperada.
Minutos después cuando decidí abrir los ojos, ahí estaban ellos, sus cuerpos cubiertos por unas sábanas blancas. Mi hermano Dani, mi madre René y mi padre Antonio. Daría lo que fuera por recuperar todo lo que acababa de perder. Y ahora están bajo sábanas blancas, tristes y llenas de sangre sábanas situadas encima de unas camillas de ruedas pequeñas. Una tras otra salían rodeadas de mis vecinos y se alejaban en la nada.
No, no, no. Esto solo pasa en las películas o en series como "CSI" o "Bones". Típicas series americanas como decía mi padre quien solía decir que pasara de las sandeces estadounidenses y me pusiera a ver algo en el "National Geografic Chanel". Ya no me impedirá volver a verlas, ya no me bloqueará los canales de televisión. Ahora todo había acabado. Las peleas con Alan, las compras en "Stradivarious" con mi madre, la música Country de  mi padre. No me quedaba nada. Ahí se iba mi vida, ahí se iba mi ser. En ese preciso instante deseé haber estado en una de esas camillas envuelta en sábanas blancas. Lo peor es que nadie se había dado cuenta de que estaba allí todos miraban a los que eran mi familia y no a mí, la que sufría el dolor y la impaciencia. Después de unos veinte minutos, un policía robusto se acercó y me dijo: - ¿Tú eres Selena Cabrera Cruz, verdad? 

No tenía fuerzas para responder, por lo que asentí fuertemente y volvía a acurrucarme al suelo del patio. El amable policía llamó a mis  familiares tras escribirles sus números en su libreto de multas. Se alejó hacia sus compañeros de trabajo. Vi cómo me señalaban dos o tres veces.

Alexa, Raquel y Zoeey, mis amigas y vecinas desde que llevaba pañales llegaron hasta mi y formaron un círculo a mi alrededor dándome un abrazo. No fui capaz de apreciar el momento. 
Iros, tontas. ¿Quién os necesita? ¿Acaso pensáis que sois lo suficientemente importantes para estar aquí, que sabéis que es lo que se siente? Por favor si ni si quiera sabéis hacer una maldita cama. Incultas. ¿De verdad os pensáis que está todo solucionado? Si tan preocupadas y tristes estáis, ¿Por qué no lloráis? Oh, perdón, es que ellas viven en su mundo fantástico donde lo único que importa es el color de moda del verano.
Alexa abrió  la boca con aire enfadado pretendiendo contestarme pero, Raquel se la tapo.
-Déjala Alexa, no está pasando por un buen momento, ni creo que debamos escuchar todo lo que diga porque ahora mismo lo que siente es dolor y lo intenta tapar con enfado y  odio efímeros. Ya verás como dentro de un tiempo vuelve a ser otra vez ella y nos viene a pedir perdón con vergüenza después de habernos          insultado de tal modo. 
- Anda mira, ya tenemos aquí a una psicóloga sabelotodo. Fuera de mi vista. -De este modo, las tres se fueron muy ofendidas hacia sus casas. La gente iba desapareciendo poco a poco. Estaba bloqueada. Ya ni escuchaba los ruidos de la calle. Estaba tan asustada y bloqueada que los sentidos no me funcionaban. Fue tal mi agonía, las rápidas pulsaciones de mi corazón y toda la adrenalina que me recorría por el cuerpo que corrí hacia el barranco. Casi en el aire Leo, el chico que peor me caía de todo el colegio me agarró.
-¿De verdad piensas que así vas a solucionar algo, que no te queda nada en este mundo por lo que seguir viviendo? Piensa en tus amigos, en todos tus familiares que te quieren. ¿No crees que a tus padres les gustaría que fueras fuerte y siguieras adelante?- Me consoló Leo. Le abracé con las pocas fuerzas que me quedaban. Fue uno de los abrazos más bonito que habían dado en mi vida. -Además, eres demasiado importante en el mundo y para mí. No te voy a dejar morir. -  El policía que me había reconocido.
-Señorita Cabrera. Su tía Mónica, ha aceptado vivir con usted y hacerse cargo de su educación. Por ahora, no hay ningún problema para que esto se cumpla. Así que recoja sus cosas que, mañana será un día largo y complicado. 
Volví hacia el edificio y comencé a subir las escaleras. Era un edificio muy antiguo y no tenía ascensor. Se me hizo el caminar más eterno de mi vida. Pasé la cinta amarilla y con un mono que me dio otro policía entre. Saqué las dos grandes maletas que mis padres guardaban en el altillo de su armario. Vacié todas mis gavetas y el armario entero. El resto de la casa estaba hecha una ruina. No se quién fue. Pero, sea como sea, estaba buscando algo. Por mi cabeza empezaron a pasar todos los recuerdos en esa casa. Desde que tenía uso de razón vivía allí y ahora mi hogar estaba destrozado.  Mi tutora Jennette,quien vivía en frente mío, abrió la puerta y accedió a ayudarme con las maletas. Bajamos los escalones poco a poco con el pesado equipaje en las manos y salimos. No conversamos en ningún momento. Simplemente nos mirábamos fijamente la una a la otra. Tenía los ojos marrones y el pelo canoso. Era de estructura gruesa y de tamaño pequeño. Nuestra relación no era muy estrecha. Siempre me ponía buenas notas pero no es que le cayera muy bien. A decir verdad, nadie le caía bien. Era una mujer ya entrada en años, casada con su trabajo. No tenía familia  y apenas se la veía salir de casa acompañada. En la calle, de la nada, salió un papel en el que estaba dibujada una rosa delos vientos. Puede que fuera un mensaje del universo, puede que no. Pero lo primero que se me pasó por la mente fue: "¿A dónde me llevaría mi vida ahora?"