domingo, 4 de diciembre de 2011

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11. Once upon a december


Y entoncés me abalancé sobre la cama. Otro largo día de examenes. Todos aprobados, o eso esperaba. Ya no quedaba mucho para que se  acabaran las clases. Incluso, cada día parecía que era el último. Aún así tenía miedo. No quería irme del colegio. Ese era mi sitio, con Zooey. Cuidando de ella, y de lo que dentro de cinco meses sería Anastacia. En fin, ya lo había hablado con Jorge y el, como era de esperar, le dijo que no iba a hacer nada y que si tenía el bebé era porque ella quería porque por su parte no pensaba mover ni un dedo sin haber sido su decisión. Un gran resumen para lo que fue una conversación de un recreo, cinco cambios de hora y mensajitos en la hora de filosofía. Idiota. Luego mucho llanto por parte de Zooey pero la primogénita Anastacia Channel ahora iba a ser mirad mía como ayuda a la vida laboral de Zooey. La niña debería llamarse Anastacia Channel Cabrera. Pero entonces destrozaría la magia de ser una niña medio inglesa como Zooey y tener solo un apellido. Bueno, al menos entre las dos decidimos el nombre. Estábamos entre Victoria, Aurora y Anastacia cuando, al día siguiente, como si fuera obra del destino, la profesora de historia comenzó a tararear la canción Once upon a december, de la película Anastacia. Descubrí el libro de filosofía y me puse a estudiar una vez más esta complicada asignatura La verdad es que me iba bien después del pequeño problema en la segunda evaluación. Estoy segura de que mi madre estaría orgullosa de mí. Lo cierto es que ahora tenía incluso menos tiempo desde que comencé a trabajar más seriamente en el McDonnald. Muchos convenientes como comida gratis, buena paga. Pero un único inconveniente pero muy anti-estético, el estar rodeada de grasas hacía que estuviera totalmente cuvierta de granos rojos y totalmente asquerosos. Me sentía como si estuviera dandome baños con grasa de vaca todos los días, y eso es claramente horrible. Hasta qué punto se habían puesto las cosas. Empecé a darme más gustos como poder ir a la peluquería y hacerle un regalo de cumpleaños a mi tía Mónica. Un collar de Byoü Brigitte no es que fuera el mejor regalo, pero almenos fue una sorpresa.
El tiempo pasó rápido. A penas era capaz de escuchar el tik-tak del reloj que estaba sobre mi mesa. Conseguí llegar a la última página del quinto capítulo. Suficiente por un día. Eran en total doce capítulos de pura teoría filosófica. Sin embargo, en tan solo un día y con mucha concentración había conseguido liquidar cinco de doce temas. En dos días era el examen final. Pero tuve que dejar de estudiar para ir a trabajar. Cogí mi grasoso uniforme y mi redecilla del pelo, los metí en la alargada mochila azul que me había comprado en un chino al empezar a trabajar y salí por la puerta. Tuve que esperar unos diez minutos a que pasara el autobus. Estando ya sentada comencé a escuchar grabaciones de otros días sobre mis lecciones de inglés. No era la mejor manera de estudiar pero sí de aprovechar el tiempo al máximo. Al fin y alcabo quedaban menos de diecisiete horas para el examen. Al llegar al trabajo me fui al vestuario para vestirme. Me puse en el último baño de todos y comencé a ponerme el uniforme. Una vez terminé, me recogí mi largo pelo en un moño y éste lo tapé con la redecilla. Me puse nuevamente los auriculares y salí a ponerle lechugas, tomates, "carne" e ingredientes secretos a las hamburguesas. Cansada ya de esta labor cuatro horas después. Puse mi huella dactilar en el registro, mi contraseña y antes de salir Francis, el encargado, me hizo parar.
- Selena lo estas haciendo muy bien. Te pondría a trabajar seis horas pero tienes que estudiar, ¿verdad?
- Realmente no, jefe. Si me deja empezar dentro de dos semanas lo haría encantada. Porque ahora realmente no puedo ya que sí tengo que estudiar para los exámenes finales.
- Selena, te pondré en uno de los puestos de atención al cliente detrás del ordenador. Si todo va bien, en dos meses quisiera probar contigo una nueva idea con respecto a los clientes. Ya verás para entonces. Por cierto, te pagaré cien euros semanales más, lo que significa que ahora cobras ochocientos. ¿Te parece bien?
- Más que bien señor, sí señor, es decir, gracias señor. - Creí que me iba a dar un hiptus ahí mismo en el medio del McDonnald. Ochocientos euros. Wow. Eso era como darle a una niña de cinco años cinco barbies en reyes.
-Adiós Selena, nos vemos mañana.
- Adiós jefe- Resoplé intentando controlar mi energía.
Mientras volvía a casa escuchando mis grabaciones de inglés pensaba que tenía que comprarme exfoliante y algo de maquillaje para tener una bonita cara para exponer al público. Me había vuelto muy superficial-pensé- pero es lo mínimo que puedo hacer después de que me pagaran ochocientos euros mensuales. Ahora más que nunca me veía preparada para dar la bienvenida a mi futura casi sobrina, Anastacia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

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10. Death scares


Me había quedado de piedra. Sabía que no debería haber vuelto sola a esa casa pero Bob me había traicionado aquel mismo día contándole a mi tía Mónica que estaba visitando mi antigua casa. Regla número uno, nunca confies en nadie, ni en tí misma. Regla número dos, las promesas de dedo meñique no sirven para nada. Todo empezó aquel mismo día por la mañana. Me desprté y había una llamada perdida en el teléfono. Antes de escucharla entró en la habitación mi tía quien parecía estar algo enfadada conmigo. El corazon me latió más rápido que la velocidad de un lince ante una gacela. Solo que yo, en este caso, no era el lince, era la gacela.
-Selena Cabrera Cruz. Te prohibo que salgas de esta casa durante un mes. Solo del colegio a casa.
- ¿Y si tengo que hacer un trabajo?
- Pues te traes a tus amigas a casa pero no quiero volver a escuchar a Bob o a cualquier otra persona de este mundo decir que has incumplido una de las principales normas que te impuse desde que entraste por la puerta de esta casa hace cinco meses, no volver jamás a la escena del crimen
- Pero mamá
- Sin peros ni nada
- Tía Mónica por favor... - Hacía tiempo que no la llamaba así y al oir las palabras tía Mónica salir de mi boca le enfadaron aún más.
- Se acabó. Dos meses castigada. Puedes ir a entrenar baloncesto si quieres pero solo bajo mi supervisión o la de Zooey.
- No me puedo creer que hayas metido a Zooey en esto
- Ella también se preocupa por tí y ninguna de las do quiere que vuelvas a ir.
- Vale...- Salió de mi habitación y cerró la puerta.
Me vestí para ir al colegio.  Me peiné mi larga cabellera. Hacía ya cinco meses que no me la cortaba.  Pensé en ir a la peluqueria pero entonces no nos daría el dinero para fin de mes. Con la crisis, mi tía había perdido su trabajo de dentista hacía casi dos meses y había conseguido un puesto de trabajo en el restaurante francés bon appétit y entonces dejé de ir todos los días a natación y comencé a ir dos veces en semana a entrenar baloncesto ya que, además de ser menos horas, era más barato. En el curso siguiente, me iban a poner en un instituto público si no conseguía encontrar un trabajo en el que le pagaran más. Había sido un gran problema pero habíamos logrado seguir adelante sin gastar más de la cuenta. Yo, buscaba trabajo. Probablemente uno a tiempo parcial en cualquier tienda de ropa. Prefería ser dependienta en algo que tuviera que ver con la moda. Fui dejando mi curriculum en las tiendas de ropa que más me gustaban del centro comercial situado cerca del colegio. Aún no había recibido ninguna llamada, ya ni la esperaba.
Cuando iba llegando al colegio me encontré con Alexa justo en frente. Lo cierto es que no nos habíamos vuelvo a hablar. Nuestro grupo se había separado completamente. Giré la cabeza tal y como lo hizo ella solo que para el otro lado. Si quería ser desagradable, yo sabía como serlo y aún más. Fui corriendo hacia Zooey al verla. Me alegrué al saber que había influido algo en ella y  se había teñido de negro una vez más e iba a ir recuperando el color poco a poco. Ya se le notaba una pequeña barriguita y ella seguía estudiando a más no poder para sacar primero de bachiller con unas notas excelentes y, si las bajaba  en segundo por el bebé, que no le pusieran notas más bajas que un siete al hacer la media.
-¡Zooeeey!
- Selena, ¿qué tal?
-Bien mañana tengo mi primera ecografía, ¿te lo puedes creer?
- ¿Has hablado con Jorge del tema?
- No. Y, si te soy sincera prefiero no hacerlo
- Me prometiste que lo harías.
- El dedo meñique ya está pasado Selena.- Sí, era cierto. Pero en ese sentido yo seguía siendo una niña pequeña.
- Bueno algo peor. Si no lo hablas con él seré yo quien se lo diga.
- No, por favor.
- Sí por favor Zooey. A lo mejor y todo hay un milagro y resulta que decide ocuparse aunque solo sea un poco del bebé. El ni si quiera va a hacer la PAUel año que viene. Se quedará en primero seguro. De tal modo que tu le puedes decir que no necesitas ni su dinero ni su estancia. Simplemente, que lo cuide algunas tardes para tu poder estudiar.
- No
- Pues adiós, se lo voy a decir ahora mismo.
- Vale, se lo contarépero esperaré a mañana después de haberme preparado el discursito, ¿de acuerdo?
- Sí. Pero si mañana no se lo dices, yo me encargaré.
El día pasó como cualquier otro día. Clases y más clases, un recreo entre la tercera y cuarta hora y un examen. Al llegar a casa, mi tía estaba llorando. Bob había desaparecido. Al parecer la última persona que lo vio fue antes de la llamada. Cada vez me ponía más nerviosa. Sabía que alguien me quería hacer daño. ¿Y qué mayor daño de ir quitando gente de mi alrededor? La muerte no dolía en comparación con todo lo que estaba pasando. Esa misma noche, mientras mi tía cansada de más de ocho horas en pie trabajando dormía me levanté dispuesta a volver a la casa. Unos veinte minutos después de caminar, llegué a el edificio "esperanza". Ahí reposaba la amplia puerta esperando a ser avierta con mi llave. Subí poco a poco las númerosas escaleras hasta llegar a mi antigua casa. No se oía nada. Todo parecía estar en paz y tranquilidad en la casa, como si nada de lo que pasó la otra noche hubiera sido verdad. Si Zooey,mi tía o cualquier otra persona me hubiera acompañado, juraría que lo que yo había vivido era todo un sueño. Incluso me lo planteé. Pero era imposible. Se bien lo que oí y lo mucho que corrí aquella noche. No parecía haber nadie. La curiosidad me mataba y decidí abrirlentamente la puerta. Mientras la iba moviendo, algo la cerró rápidamente y una voz de ultratumba gritó:
-¡Fuera de aquí, no vuelvas nunca más Selena Cabrera Cruz! ¡Te conozco muy bien, sé donde vives, cual es tu colegio y lo que te reparará el futuro si vuelves a entrar! ¿No te basta con tus padres, tu hermano y Bob ¿ O quieres que por accidente la vida de Zooey y Momo llegue a su fin? ¡Quedas advertida! Una vez más y te dejaré sola en menos que canta un gallo.
Mis manos se congelaron, dejé de pensar. No sabía si había muerto de miedo o seguía viva.  Lo cierto es que nunca había estado más asustada. En mi cabeza se repasaban una y otra vez las palabras mencionadas... Momo... yo había escuchado antes a alguien llamar a mi tía Momo pero, ¿a quién?

miércoles, 26 de octubre de 2011

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9. Just a few words


Lo sabía. Cuanto más lo pensaba más me lo repetía, lo sabía.  Algo había pasado. Si el escritor de esas absurdas notas pensó que me lograría asustar se equivocaba. Si hay algo que sabía desde pequeña era que había que ser fuerte ante todo. Estamos hablando de la muerte de mis padres y Dani, no hay miedo que se interpoga. Estaba claro que mi mayor miedo era quedarme sola. Ya se había cumplido. Ahora solo faltaba hecharle gasolina al tanque y seguir adelante. De todos modos, no sabía cómo. Por las noches, me solía quedar despierta cuadrando datos y datos sobre la muerte de mis padres. Llamé a la policía a hablar con Bob, el oficial tan amable que me acompañó el día de la muerte de mi familia. Me comentó que el caso no se había cerrado y aún se investigaba. Le conté lo que me había pasado la noche anterior. No todo, obviamente. Si no, me tomaría por una lunática o algo peor y me encerrarían en el manicomio. Solo le conté mi escapada a la antigua casa y los ruidos. Pensé que si me cubría un policía y me apoyaba alguien que conociera bien la ley todo me iría mejor. Por suerte, no le dijo nada a mi tía.  HAbíamos acordado hablar una semana después. Aún estaba esperando. Se me estaba haciendo unasemana larguísima. Tan solo era martes por la noche y habíamos hablado el sábado. Me estaba volviendo loca. Tenía pesadillas muchas pesadillas. Las pocas noches que habían pasado, me No había nadie que se acostara en él, era un hueco siempre libre y ocupable a merced de quien quisiera utilizarlo. Por suerte para mí, existía. Para la mala suerte de mi tía, no estaba ocupado por un caballero. Para mi gusto así estaba mejor. Para el suyo no. Para mí era como mi segunda opción. Para ella era más bien algo por lo que llorar algunas noches. En fin, todo por un libre hueco en una cama de dos cuerpos. El de mi tía y el mío prioritariamente. 

Estaba sentada en el cuarto musical haciendo los deberes como cualquier martes a las ocho. Había empezado por historia y, como siempre, había terminado con filosofía.  Aún así en ese momento iba por la de inglés. Paré. Miré hacia detrás. Ahí estaba el micrófono con sus siempre colgados cascos heartbeat. Al otro lado mi piano de cola blanca sobre el cual se veía reflejada la silueta del bajo. Quería cantar, tocar el piano y el bajo. Sin embargo, sabía que tenía que estudiar.  Me giré y continué escribiendo una pequeña narración en futuro sobre mis planes para dentro de unos tres, cinco u ocho años. Pasaron las horas. Mi tía decidió entrar sigilosamente en la habitación. Cuando me giré ahí estaba ella tocando el piano. Tan esplendorosamente como era usual en ella. De acorde de tónica paso al de dominante y luego subominante,. Repitió el acorde  dominante  y se quedó resonando la sensible durante lo que parecieron horas y, por último, el acorde de tónica otra vez. Sonreí. Todo lo que podía hacer era sonreirle. No hacía nada mal. Era la mejor madre del mundo. Y lo mal que se lo había hecho pasar después de todo lo que hizo por mí no era justo. Yo lo sabía, ella lo sabía. Aún la llamaba tía pero, ¿y si algún día la empezaba a llamar mami? ¿Estaría en contra de mis principios o sería correcto? Dicen que cuando a un profesor le dices papi es porque realmente le tienes aprecio y porque te equivocas. A mí nunca me había pasado y, sinceramente, quería tener la experiencia.  Me miró, la miré. Callamos. El piano siguió sonando un par de segundos más. Luego se levantó y se acercó al micrófono. Yo al piano. Comenzó a cantar su canción favorita y yo la seguí pulsando esas teclas que, aunque desde donde estaba sentada no se viera, sabía que movían unos pequeños martillos que golpeaban las cuerdas. Parecíaun sencillo mecanismo pero a mí me parecía increíble. Solo de pensar que ese sonido lo estaba creando yo, era suficiente para sentirme bien. Seguí sonriendo. Mi tía siguió cantando. Seguí tocando. Mi tía siguió moviendo el pie al compas de la música. Seguí mirando las teclas. Mi tía siguió escuchando mi melodía. Seguí tocando, y seguí y seguí hasta que la canción acabo.

Nos cambiamos el sitio sin decir nada. Esta vez yo cogí el bajo y me acerqué al micrófono. De allí salió Another One Bite The Dust de Queen. Era la primera vez que la tocaba, la había sacado a oído. No era muy difícil. Sin embargo, la letra ya me la sabía de tanto cantarla. Al terminar la canción miré a mi tía. Ella me miró a mí. Se generó silencio. Un silencio no tan incómodo pero que, en cierto modo, me sacaba de quicio. Pero por fin hubo silencio. Casi se podía escuchar lo que pensaba mi tía. Algo no tan difícil de averiguar después de tantos años conviviendo.

¿Le digo mami o le digo tía? Al fin y al cabo llevaba siendo mi madre durante cinco meses.  Cinco meses de anguistia. Cinco meses de dolor tapados por una fina cubierta. Un papel de una serie que no solía estar en ella. Una cantante que, al lado de su nombre ponía Ft. y el de otra cantante. A veces David Guetta ft. Rihanna, a veces Snoop Dogg ft. David guetta. Daba igual el orden. Lo único que importaba es que David Guetta ya formaba parte de la vida de muchos cantantes. Se había infiltrado con lo que queire la cosa y acabó siendo como una gran tela. Una gran  tela que cubre la vista de la gente, una tela que la gente reconoce al ver. Mi tía era como David Guetta, una tela que se había infiltrado en mí y mis células eran todos esos cantantes. Era toda esa vida que se veía impregnada por alguien nuevo, alguien más.
-Mamá, te quiero.
- Y yo a tí, cariño. - ME dio un abrazo. La oí llorar. Era como aquellas veces que lloras por llorar pero también parecía una de esas veces que lloras por la emoción de haber logrado algo. Eso era para ella, un logro. Yo había sido su hija desde el primer día del mes uno de aquellos cinco meses y ella había sido mi madre solo que aún no nos habíamos dado cuenta. Todas esas dudas y miradas,  todas esas mentiras y cosas que le había ocultado, todos esos te odio que le había dicho. Sentí como si se hubieran perdonado con ese abrazo. Ya nada importaba el pasado. Lo que importaba era ese cambio, ese paso, ese salto de escalón.

miércoles, 19 de octubre de 2011

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8. Fears

Cuando no sabbes qué hacer, qué decir, ¿a quién acudes? A tu madre. Y, ahora, ¿ a quién puedo acudir yo? Nadie. Ni Zooey ni mi tía Mónica me servían. Eran ambas muy malas aconsejando. En cambio, mi madre era la mejor. Yo creo haber sacado esa cualidad de ella. El otro día preguntaron en clase de tutoría ¿cúales son los aspectos que crees haber heredado de tú madre? Me sentí mal. Los había pensado. El temperamento tan fuerte, las ironías y que, cuando nos aferramos a alguien, no podemos soltarlo. Estaba feliz en clase. Quería decir mi respuesta. En cambio, la señorita no me preguntó. ¿Pensaría que no estaba preparada? ¿ Se estaba compadeciendo de mí? No lo sabía.
Ya habíamos comenzado la recta final del curso, mayo.  A decir verdad, hechaba de menos la efímera Semana Santa con Zooey. Sus padres ya habían vuelto a Segovia y Zooey se tuvo que ir. Una pena. Zooey ya se lo había contado a sus padres. Su reacción fue lo esperado. Grito, torta, castigo y por último abrazo de la madre a las semanas diciéndole que lo sentía y que debería saber que lo que hace tiene sus concecuencias. Las cosas se torcieron después cuando menciono que debería abortar cuanto antes. Ella muy pacientemente había respondido que no porque sabía que todo lo que había hecho tenía susu consecuencias y si de verdad quería aprender, debería tener el bebé. La madre lloro. Ella lloró. Su padre entró, las vio llorando y, con toda la "masculinidad" que suelen tener los hombres, respiró hondo y cerró la puerta. Lo que Zooey nunca supo fue que, su padre, también estaba llorando dos habitaciones más allá donde nadie podía verle. Qué tontería. No quería que nadie le viera llorar pero, lo que al padre de Zooey nunca le entraba en la cabeza, era que los hombres, también lloran.

Mamá, si yo me hubiera quedado embarazada, ¿tú también llorarías o te alegrarías? No quería ni saberlo. No por ella sino por mí. Yo estaba muy loca y era muy excéntrica pero con esas cosas, no jugaba.

Aquella noche había sentido la presencia de mi madre y no podía dormir. Muy silenciosamente cogí las llaves de mi antigua casa y deje una nota
Tía Mónica, si te despiertas y ves que no estoy quiero que sepas que fui a dar un paseo por el parque Alcázar. no podía dormir.

Acababa de mentir a mi tía pero era necesario. Tenía que volver a mi casa. Menos mal que heredé el piso. No se que hubiera pasado si no hubiese ido aquella noche.
Abrí lentamente la puerta del edificio "esperanza". Hacía tiempo que no pasaba por allí. El patio interior estaba igual. Los árboles habían crecido un poco y las flores ya estaban saliendo. Subí escalera tras escalera todos los pisos del edificio hasta llegar al mío. Posé mi fría oreja en la puerta de mi vecina, la señorita Jennette. Se oía la televisión. Una sonido tenúe. Casi ni se percibía. Probablemente estubiera viendo sonrisas y lágrimas cuando se quedó dormida. Era su película preferida. La ponía día y noche. Siempre se hechaba a llorar pero nunca reía. A decir verdad, nunca la había oído o visto reír. Qué espantoso. Aparté la oreja y la posé en la puerta de mi antigua casa. Para mi sorpresa oí a alguien tirando unos platos y a dos persona discutir. Casi grito pero me tapé la boca con la mano para evitar el sonido que despertaría a todo el edificio. Bajé la escalera. Paré. ¿Quién estaría ahí? Quería saberlo pero tenía miedo y, si lo descubriera y llamara a la policía mi tía se enteraría. Puse pies en polvorosa y seguí bajando. Cuando llegué a la calle comencé a correr sin mirar atrás.  El camino me pareció eterno pese a mis prisas.  Al llegar al edificio subí las escaleras lentamente. Estaba agotada. Miré en mi bolso. Había una botella de agua. Me la bebí entera antes de entrar. Siempre se dice que cuando metes una llave cuidadosamente en la cerradura, acabas haciendo más ruido que si la metes de sopetón. Igualmente yo giré la llave muy lentamente. Cuando entré en casa todo estaba exactamente como lo había dejado. Crucé el pasillo de puntillas. Mi tía Mónica, afortunadamente, seguía durmiendo. Llegué a mi habitación. Cogí la nota de la cama. Estaba reescrita. Era una letra muy extraña. Nunca la había visto. Contuve la respiración instintivamente. Era una letra sombría,  parecía venir del infierno. Es como esas letras que  aparecen en los escritos de hace siglos cuando los hombres escribían con pluma. Esta nota parecía estar escrita con pluma pero, con una pluma de sangre. Ese color rojo no lo tenía nungún bolígrafo que existiera. Pude descifrar algunas palabras:
Niñita, no busques entre los recuerdos del pasado 
o te acabarás quedando sin manos.
Si familia o amigosquieres
más vale que no me entere,
de que me sigues
o un bebé y una chica,
podrían acabar sin vida.
                     Firmado: Tus miedos
Esta vez sí grité y comencé a llorar. Alguien me estaba intentando asustar y lo estaba consiguiendo. Era una amenaza, eso estaba claro. De mis miedos. Escondí la nota rápido al escuchar unos pasos que se acercaban corriendo. Me metí en la cama con ropa y zapatos. Mi tía abrió la puerta
-¿Qué te pasa?
- He tenido una pesadilla.
- ¿Estás bien?
-Sí- respondí con una vocesita improvisada. Mentira. Sentí que mi tía lo sabía.
-¿Quieres venirte a dormir conmigo?
-  De verdad que estoy bien, vete y duerme. - Realmente quería ir con ella. Abrazarla. Dormir segura a su lado. Decirle sí como si fuera mi último grito. Pero callé. Estaba vestida. Si se enteraba de que había salido me castigaría. No quería que lo hiciera.
- Buenas noches. - Me dio un beso en la frente y salió de la habitación. Cuando dejé de escuchar los pasos de mi tía lo único que dije fue -Zooey.

martes, 11 de octubre de 2011

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7. The truth behind a dream


Era Domingo y aún no habían llegado los padres de Zooey. Al parecer, se tenían que quedar una semana más para realizar una serie de encuestas y hablar sobre elementos tecnológicos nuevos tan curiosos que necesitaban días extras para ser mencionados en el curso. Zooey había empezado a vomitar. Todos los días al menos una vez. Niña tonta. La quería pero, niña tonta. Lo primero es no fiarse de nadie y  menos de Jorge. Lo segundo, pastillas anti-baby barra anti-destrozavidas. Aunque se formara una nueva vida en el interior de su útero, por fuera de él, había una chica de dieciséis años que se estaba estropeando y muriendo. Era difícil ocultarle esto a mi tía pero lo conseguimos. Lo curioso es que Zooey no lloraba. Yo en su situación ni hablaría. Solo reía. Lo único que hacia es soltar carcajadas cada cierto tiempo. Igual me estaba haciendo creer que todo iba bien, igual era cierto que todo iba bien. No le importaba vomitar. Tampoco cansarse ni marearse. Lo único que le recomía la mente eran sus padres y cómo se lo iba a contar. De cualquier modo, ese domingo Santo, estaba sola. Sentada en mi cuarto decidí adelantar los deveres que Zooey ya había terminado mientras yo hacía mis labores en casa el día anterior. Esuché un ruido de fondo. De forma instintiva contube la respiración y noté cómo la adrenalina me subía al corazón. Al cesar, seguí con la tarea. Comenzó a llover. Ábrí la ventana y vi como un trueno caía justo delante de nuestros edificios. Me asusté. Llamé a mi tía a ver por dónde estaba. Al parecer, se había entretenido un poco en  las tiendas del supermercado pero que ya venía de vuelta. Llamé a Zooey. También estaba llegando. Había salido al dentista y a verse con Jorge y contarle la noticia. Me imagino la cara de Jorge, las lágrimas de ambos y, el final de toda esta historia del envarazo aunque prefería no especular. Estaba nerviosa. Quería volver a llamar a mi tía y quedarme al teléfono hasta que alguna de las dos entrara por la puerta. Pero estaba inmóvil. Quería encender la tele pero sabía que era peor. En cambio, encendí hasta la última luz de la casa. Se me olvidó la del baño. Salí a encenderla y, de paso, a pintarme un poco. De este modo me calmaría y me olvidaría de todo. Aunque tan solo eran dos pasos en total, el camino me pareció largo. Muy largo. Tan largo que la vida se podía acabar en medio de aquel espacio. Mi mano se alzó en el aire. Encendí la luz. Suspiré. Cogí el lápiz de ojo y comencé a bordear mis párpados. No paraba de mirarme el ojo en el espejo. Tan de cerca que no me veía ni el reflejo de mi boca. Sentí una sombra pasar rápidamente detrás mío. Me volteé. Nada. Me miré en el espejo. Mi reflejo era normal. No había nada extraño. Mis verdes ojos seguían en su lugar. Rodeé la habitación con mi mirada.  Nada. Continué pintandome el siguiente ojo. Segundos después sentí como algo me tapaba la luz y, al voltearme los ví.
- Selena,cariño te hechamos de menos. ¿No le has dicho a tu tía que has suspendido filosofía? eso esta mal. Esta misma tarde se lo dices.
-Lenita, ¿Katy la ingibuenorra te ha preguntado por mí?
- No hables así de las profesoras.
Estaba confundida. Ya casi no lloraba ni les añoraba y ahora aparecen misteriosamente. Empezaron a hablar cada vez más rápido. Esos no eran sus rostros. Tenían un toque oscuro. Estaban levitando. Sus risas eran apagadas y tenebrosas.
- No morimos de un disparo.
-No me creo que te lo hayas creido
-¿Nunca has visto las series policiacas?
- Cuando matan a alguien queda oficialmente dicha la causa de la muerte.
- ¿No te intriga saber quién lo hizo?
- Sabemos que sí.
-Escuchanos...- Soltó una voz de ultratumba de fondo.
Salté involuntariamente. Me había quedado dormida sobre mi cuaderno de filosofía. Todo había sido un sueño. Aún así, llevaba razón. No sabía de modo específico que lo que mató a mi familia fue un disparo a cada uno. No sabía quien había sido o, más bien quienes porque, viendo los cadáberes, ¿cómo se puede disparar a tres personas desde un mismo punto y apuntando al mismo punto? Los tres agujeros se encontraban en la nuca. Ahora sí que me estaba empezando a preocupar.  Papá, mamá, Dani, ¿qué pasó aquella noche? Me repetí una y otra vez. Lo que tenía claro es que no iba a quedarme de brazos cruzados mientras alguien o algunos, se iban de rositas tras haberme quitado a mi familia. Mientras volvía a poner los pies en la tierra, me pregunté si yo podía indagar y hacer preguntas a la gente por mi cuenta. Lo único que tenía claro es que tenía que dar pasos hacía atrás. La herida de mi corazón que estaba consiguiendo cerrar, iba a volver a abrirse, ¿sería por un afilado cuchillo, una verdad rajante o una venganza siempre cortante? No lo sabía.

viernes, 7 de octubre de 2011

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6. Step to the future, another change, a baby.



Zooey y yo fuimos a mi casa caminando. Tardamos mucho pero, al llegar, nos esperaba un gran plato de macarrones elaborados por mi tía Mónica. Era idéntica a mi madre y a mí. Excepto por ese pelo tan rubio platino que las hermanas tenían pero, que a mí, no me tocó. Ojos verdes, pelo liso, nariz recta, bajitas y flacas. Su voz era tan bonita que cualquier persona que la escuchaba dejara de hacer sus labores para atenderla. Incluso, una vez, la llamaron para doblar la voz de una película inglesa. Fue divertido ver a Natalie Portman con la voz de mi tía. Mi tía estaba afanada en la cocina. Cuando Zooey y yo entramos por la puerta tenía una sartén en una mano y, en la otra, un tenedor. Zoeey gritó como si hubiera visto un fantasma. Yo, reí.
- ´Hola chicas. - Dijo mi tía con su dulce voz.
- Hola. - Dijo temerosa Zooey
-Hola tía vamos para dentro pero ahora volvemos , ¿Vale?
- Lo que queráis.
Zoeey y yo corrimos por pasillo hasta llegar a mi habitación. Soltamos las mochilas y comenzamos a hablar.
- No sé cómo decirle a mi tía que he suspendido filosofía.
-Seguro que no te dice nada. Después de todos tus esfuerzos y lo que te ha pasado en los últimos meses.
-Tienes razón. Cuando terminemos de comer se lo diré.
- ¿Vamos a la habitación musical?
- Claro. - A Zooey le encantaba cantar y esa habitación le fascinaba. Aunque solo hubiese venido una vez antes de la muerte de mi familia y no había piano aún, se acordaba perfectamente de ella. Entramos en la gran habitación y, al ver mi gran piano banco, casi llora.
- Y ahora puedes tocar el piano mientras yo canto.
- Sí. - Me senté en la silla que estaba detrás del piano. Y comencé a tocar los acordes de "listen" la canción favorita de Zooey. Sonrió. Unos segundos después volví a empezar para que entrara conmigo.
Listen, to the song here in my heart,
a melody I started
but i can´t complete
Comenzó a cantar con su aguda voz. Qué bien cantaba. Su voz al hablar no era ni la mitad de interesante que al cantar. Empezaba temerosa pero luego llenaba la sala de puro sonido. Yo sin embargo, tocaba muy torpemente las notas. Al terminar, levanté la vista. Zooey lloraba.
- ¿Qué pasa?
- Selena.
- Cuéntame - se abalanzo sobre mi apoyando su mano en las teclas del piano, lo que produjo un sonido muy extraño.
- Zoeey, dime qué pasa.
- Estoy saliendo con Jorge.
- Ya me lo imaginaba. Vale que esté cayada pero, ¿sabes? No soy ciega y vuestros líos en los cambios de hora tampoco es que fueran para decir que intentábais mantenerlo en secreto.
- No es eso.
- Entonces, ¿Qué se supone que es?- Levanté el tono.
- Estoy... embarazada.
-¿Qué? No puede ser, osea, ¿cuándo?¿ Dónde? ¿Porqué?- Solté desesperada.
- Fue hace casi un mes. En mi casa estabamos ahi en mi cuarto y sucedió, punto.
- ¿Y los preservativos se los quedó Rita?
- Ahí está el problema.
- Se lo puso, ¿verdad?
-No.
- ¿Pero tú eres idiota?
- Me dijo que no le gustaba usar preservativo, que el controlaba muy bien lo que hacía y no pasaba nada.
- Vas a comprarte las pildoras pero ya.
- Mi religión me lo prohibe...
- Pues los compro yo y te obligo a tomartelas.
- La decisión ya esta tomada... lo tendré.
- Tienes dieciséis años, no tienes ni idea de lo que eso conlleva. Necesitas trabajar, poder mantenerlo. Por favor, no pierdas tu vida.
- Estoy preparada.
- Eso dicen todas... - De repente, se abrió la puerta y entró la tía Mónica.
- Chicas, a comer. -Zooey se ocultó la cara con su melena ahora rubia y yo contesté por ambas.
- Ahora vamos.
Le sequé la cara como bien pude y al final estaba como nueva.
- ¿Terminamos luego?
- Prefiero disfrutar de estos nueve meses como si supiera que son los últimos de toda mi vida, a tope. No hablaremos más del tema.
Y así, sin más ni menos, la conversación quedó finalizada. Con una herida abierta que nunca iba a ser cerrada. Comimos y luego nos divertimos tocando los diversos instrumentos de aquella gran habitación. Oh! Zooey, si en aquel momento me hubieras escuchado, si pudieras viajar al pasado a decirte: " no lo hagas", estoy segura de que no hubieras estropeado tu vida. Recuerda, Zooey, los actos forman parte de la vida, un mínimo error y la cambiarás por completo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Cambios

5.  Changing the change

-Viernes. Exactamente hace once viernes que murieron. Once. Les hecho de menos todos los días. Hoy nos dan las notas. Estoy nerviosa. Nunca calculo bien mis medias así que prefería no fiarme mucho de mis espectativas. Generalmente, lo que yo calculaba era todo por debajo de la nota que al final me ponían. Ahora nos toca con Jennette. Me imagino que traerá las calificaciones en los típicos sobres rosa decorados con flores disecadas y nuestro nombre en color azul con destellos plateados.
Dos segundos después de que Katherin saliera por la gran puerta de madera barnizada cada año, entró Jennette. Sentí como el corazón se me aceleraba junto con los de mi compañeros.
-Adrenalina.- Suspiré
-Buenos días chicos. Como ya sabéis hoy os entregaré las notas. Antes que nada tengo que daros la enorabuena. Somos la clase con menos suspensos de todo el curso. Siendo el núero final ocho. Ya os imaginaréis los de las demás clases. He de daros las gracias ante todo por el estupendo trimestre que hemos tenido. También pediros que toméis enserio a la señorita Laila y la filosofía porque, en su mayoría, los suspensos se concentran en esta asignatura. Sé que es jóven pero eso no implica que no tenga ni la menor idea de lo que dice. Ha estudiado toda una carrera durante unos cuatro años, me supongo. Así que ninguno de vosotros sabe más filosofía que ella y eso, también me incluye a mí.
- Disculpe señorita Jennette, me parece que si la señorita Laila tiene alguna clase de problema con nosotros, debería hablar con la clase en vez de decirlo en las reuniones de profesores. Creo que si nos mentalizamos igual mejoramos pero, yo no pienso cambiar hasta que no venga ella, se plante delante mío y me diga : "Raquel, ¡Silencio! Nadie habla durante mis clases".-  Me asombró lo bien que imitaba Raquel a Laila. Un acento pijo remarcado con una voz de soprano escandalosa. Por favor, no podía ser de una tesitura un poco más grabe. Seguro que me parecería menos repipi.
- Vale, lo comentaré con ella. - Siguió Jennette. - Pedro Acosta, Manuel Antón, Lisa Arias, Jorge Armas, Claudia Asecas, Lucas Bello, Andrea Batista, Selena Cabrera, Zooey Channel, Brian Díaz, Adrián Domingez, Raquel Donettello, María Enriquez, Luis Fernández, Carla García, Raúl Gómez, Alexa Hernández, María Gloria Kesenya, Mercedes López, Leo Martín, Iris Martín, Lea Massa, Pablo Nuñez, Paula Osorio, Leslie Pérez, Andrea Quintero, Juan Zurita. - Esperé a que Juan se sentara en su sitio para abrir mi sobre. Ya había gente que saltaba de alegría por haber aprobado todo. Abrí mi sobre de notas:

Lengua: 7
Latín: 6
Inglés: 7
Francés: 6
Historia Mundial: 5
Biología: 7
Matemáticas: 8
Griego: 5
T.I.C. : 5
Filosofía: 4
-¡Oh, no!- Gesticulé con los dientes apretados. Mis pensamientos se me habían disparado: - Será por lo que le dije de la mascarilla, no hay otra opción. Bueno, suspendí los controles pero eso solo suma el cuartenta. Que claro, unido con el comportamiento se forma la mitad de la nota. Yo saqué un cinco en el examen con lo que... sí. Desgraciadamente sí, me ha quedado filosofía. Es solo una. L puedo recuperar dentro de dos meses en la repesca. -  Zoeey se acercó a mí mientras lloraba en silencio con la cabeza metida entre los brazos. Primero me tocó la espalda, después abrí los brazos y nos abrazamos como si aquellas palabras, hace dos meses no hubieran salido de mi boca, como si siguiera siendo morena, como si nada de lo que nos rodeaba lo siguiera haciendo. Éramos ella y yo. Mi vida había sufrido cambios tras la muerte de mis padres y Dani, ahora estaba yendo hacia atrás, volviendo a cambiar aquello que ya había cambiado.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Cambios

4. The flowers and the grand white piano.

Felicidad. Gracias señorita Jennette por recordarme lo que significa felicidad. Ahora mismo la estaba sintiendo. Clara mi profesora de latín nos dio los exámenes finales y había sacado un 6, ¡Un Seis! Mi nota más alta en latín desde que empezó el curso. Todo gracias a mi tutora. ¿ Por qué con ella se entendía todo mejor? Será porque el diablo sabe mas por viejo que por diablo. O eso decía mi padre. Papá, ¿tú crees que llegará un momento en el que dirán eso de mí? Después de revisar el examen diez mil veces me di cuenta de que realmente me había equivocado en un montón de conceptos, solo que esas preguntas no valían tanto como otras. En cualquier caso, la media de la asignatura me daría un cinco, al igual que la de historia contemporánea. Todavía me faltaban los exámenes de lengua, matemáticas y filosofía. En las otras asignaturas había clavado el siete de puro milagro.
 La señorita Laila entro velozmente en la clase y gritó: - ¡Todo el mundo separado, toca examen de evaluación! 
La clase, en menos de dos segundos, se convirtió en el coro del instituto, gran potencia de voz, muy mala afinación. Decidió cambiarnos de sitio sin alguna razón y dijo mientras gesticulaba:
- Leo, cámbiate por Zooey. Alexa, cámbiate por Raquel. Raúl, donde María. Felicia, por Mercedes. -Y así siguió. A mí me puso donde iba Gloria. Una chica muy rara. Llevaba gafas redondas y pequeñas con mucha graduación. Su pelo castaño oscuro y ondulado vagamente recogido con una goma de color verde. La nariz la tenía más fea que la de Barbra Streisand antes de operarse.Alta y esquelética. Era la chica sin músculos.  Y, aun no teniéndolos, era más flexible que otras muchas. Lo cual no me afectaba por que antes practicaba gimnasia deportiva. Se me podía ver de vez en cuando en la parte baja del gimnasio haciendo saltos mortales con mi profesor Ernesto. 

Laila nos colocó los exámenes encima de la mesa tan rápido que ni le dio tiempo a mirar si había apuntado algo en la mesa y, solo bajar la mirada, me di cuenta de que sí. Estaban apuntadas algunas partes de lo que había estudiado.  - Ayy madree! ¿Y qué hago yo ahora? - Busqué en mi estuche la goma. Mierda. Se me había quedado en casa. Lo intente borrar con el dedo. Nada. Tenía lápiz asi que le podía pedir a alguien la goma con la escusa que es por si acaso me equivoco ponerlo en lápiz antes y borrarlo. 
- ¿Señorita Laia, puedo pedir una goma por favor? - En seguida Felicia se giró y me pasó la suya. Laia me hechó una mirada de pocos amigos y luego sonrió muy falsamente. 
-Niña pija...- Susurré para mis adentros.
Empecé a escribir mi nombre Selena Cabrera Cruz 1ºA Bach. nº8. Usé el lápiz para contestar en algunas. Habían tres que no me sabía y pensé: -Bueno... no le voy a hacer nada a nadie por  mirarme esas chuletas... . 
Eché una ojeada y empecé a copiar las primeras respuestas. Borré lo más rápido que pude las notas a lápiz de la mesa y comencé a pasar el examen a bolígrafo. Me sentía muy mal por haber hecho trampas. -¿Qué clase de persona soy?  No estoy haciendo daño a nadie pero sí  me estoy haciendo daño a mí. Decidí borrar todo lo que había copiado de la mesa y entregué limpiamente el examen. Era miércoles y me quedaban dos exámenes más. Esperaba no equivocarme con las respuestas. Quería aprobar para poder disfrutar de uno de esos abrazos que me daba mi tía antes de lo de mi familia. El viernes empezaban las vacaciones de Semana Santa. Esta vez iba a ser todo muy diferente. Mi futuro dependía de un hilo de esas vacaciones. ¿Volvería a recuperar a mis amigas? Todos mis compañeros se iban de vacaciones a las costas tanto en Sevilla, como en Valencia, Murcia, Barcelona o, incluso, Portugal.  Sin embargo, Zooey no. Sus padres se tenían que ir a una convención en Alemania sobre "nuevas tecnologías" y, mi tía Mónica, ofreció nuestra casa para que se quedara mientras ellos disfrutaban en Berlín. A Zooey no le hizo mucha gracia pero al final lo vio como una oportunidad para revivir nuestra amistad. O, al menos,  eso fue lo que me pasó a mí. Mi casa era  muy bonita. Se trataba de un pisito en el centro de Segovia. Su estructura era antigua pero por dentro era otro mundo. Mi tía lo había decorado hacía un par de años como una casa moderna. En la entrada se encontraba una cómoda donde poníamos los recibos, facturas, revistas y nuestra documentación. Encima, siempre había un jarrón con flores que se cambiaban cada semana. A mi tía le encantaba la fauna y también la flora. Sus plantas favoritas, al igual que las mías, eran las rosas, así que solían haber más a menudo. A mano izquierda se encontraba el salón. Era amplio y pintado con un color muy similar al de las "Galletas María"  tenía un único sillón de color marrón claro y tan largo que cabíamos hasta cinco personas sentadas. Un gran televisor pantalla plana agarrado de la pared con un sistema que permitía girarlo y que se viera desde la cocina o el pasillo. Una mesa  blanca y redonda con unas esferas de madera reposadas sobre una bandeja de cerámica en medio. El mueble, hacía juego con el sillón y estaba perfectamente colocado entre la puerta del patio y un cuadro de mi tía y yo. La foto fue tomada hacia el año 1999, cuando aún no le llegaba ni  al ombligo. En el techo había una bola de disco con un hueco en medio donde iba la bombilla que iluminaba la sala. Engañoso. La primera vez que la vi pensaba que era precisamente eso pero, cuando mi tía la encendió se veía simplemente como si fuera una lámpara normal. Entrando por el pasillo, habían seis puertas. La primera era la de nuestro vestidor, lleno de armarios blancos y paredes pintadas de color rojo claro. La segunda era del cuarto de mi tía, naranja y con una cama de matrimonio. Mi tía solía decir que la tenía "por si acaso". Aunque ya me parecía que poco la iba a usar. Después se encontraba el baño de mi tía decorado con un estilo  muy retro, seguido del mío. Al fondo, estaba mi cuarto. Pintado de un color violeta claro y con huellas de manos por las paredes de color verde lechuga. Había una cama de persona y media con una colcha generalmente de color verde que acompañaba a la pared.  Una mesa que rodeaba la cama de color blanco y una silla de este mismo color. Una pequeña librería donde ponía los libros de lectura tanto míos como los de mi tía. Un armario de color blanco donde solo se guardaban las sábanas, los edredones, las mantas y la ropa de las estaciones pasadas. En el fondo de la casa a mano derecha teníamos la última habitación.  Tenía una amplia mesa de estudio con lápices, bolígrafos, rotuladores, gomas, etc. Una pequeña estantería para los libros del colegio, una guitarra eléctrica, un bajo eléctrico, un violín, un micrófono con unos cascos "heartbeats" colgados de él y, por último, un piano de cola blanca. Más bien, mí piano. Era precioso. Mi tía me lo había comprado cuando murieron mis padres con la esperanza de que me hiciera feliz. La verdad es que nunca se lo llegué a agradecer. Simplemente le sonreí vagamente y me senté a tocar la misa de Requiem de Mozart. Mi tía Mónica me enseño a tocar el piano cuando tenía apenas tres años. Nos encantaba la música. Ella sabía tocar un poco de piano, la guitarra y el violín mientras que yo tocaba el piano, estaba aprendiendo bajo y cantaba. De vez en cuando hacíamos un dueto. Yo le acompañaba al piano mientras tocaba su precioso violín marrón oscuro. También habíamos compuesto un par de canciones de guitarra con bajo. Estaba convencida de que me tenía que comprar una batería. La habitación era blanca y en ella habían pintadas notas musicales claves de sol, fa y do, algunos compases de canciones y estrofas de otras. Era simplemente magnífica. Solíamos estar ahí porque era casi lo único que hacíamos juntas. Más bien, lo único que hacía yo.  Siempre me acordaré de aquellas flores en la entrada y de aquel piano de cola blanca. 

viernes, 9 de septiembre de 2011

Cambios


3. Smile again

Al acabar la clase con la señorita Jennette, entró Laila quien medaba Filosofía. Era de tez blanca, ojos azules y pelirroja además de ser muy jóven para impartir aburridas clases sobre Nietzsche. Yo tenía dieciseis años y ella parecía mi hermana pequeña no solo por su corta estatura sino por su cara de niña que aún juega a las barbies. Además tenía pinta de ser una niña de papá. Papá, ¿Acaso era yo así? Hace diez años recuerdo que me dejaba querer. No tenía ni vergüenza ni miedo a nada. Te tenía a tí para protegerme. Cuando cumplí los siete años, me compraste una tarta gigante de barbie y una pulsera de oro. Recuerdo que probé un poquito y me gustó tanto que, la cogí y me fui corriendo al baño para encerrarme y comérmela sola. Después tuve dolor de tripa. Me reí. Hacía tiempo que no reía. Que extraña sensación. Me sentía como si hubiese estado encerrada en una crisálida y hubiera salido dos meses después sin saber que aún tenía sentimientos. Cuando me di cuenta toda la clase me estaba mirando y la profesora puso cara de desaprobación.
- Señoria, ¿se ha olvidado usted de ponerse la mascarilla anoche y yo no? Porque no entiendo por qué me mira con esa cara, ¿estoy guapa? Si quiere, al salir de clase le digo el nombre de mi nueva mascarilla.- La única respuesta que recibí fueron unos ojos de exasperación. Se notaba que estaba enfadada pero que, a la vez, sabía que no había hecho nada lo suficientemente malo para ponerme en el parte o llevarme al despacho de la directora.
- Como iba diciendo Friedrich Nietzsche, fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX. - Continuó la clase la señorita Laila. 
Pero, ¿dónde estaba yo? Ya me había perdido gracias a la señorita Laila. A sí. Mi séptimo cumpleaños. Lógicamente mi padre se enfadó conmigo y, al año siguiente compro una pequeña tarta del supermercado de enfrente de mi casa. Era muy amable con todos, me quería como nadie más lo hacía en este mundo e, incluso, fue la única persona capaz de hacerme sonreír cuando me caía. 
- Cariño, pobre mesa. Si tuviera sentimientos ahora mismo estaría llorando del dolor. Tienes que andar con mas cuidado. ¿Cómo puede ser que vayas por la vida dando patadas a todo? Anda ya....
- JAjajaja papi.. ¡No es mi culpa!
- A ver esa pierna... voy a ponerte una tirita de "La Cenicienta", ¿Te parece?
-¡Síííííí!
Que bien nos lo pasábamos. Se supone que las niñas prefieren estar con su madre y ponerse coquetas con sus pintalabios. Yo no. Yo prefería jugar al baloncesto con mi padre, nadar y montar en bicicleta. Todo eso antes. Ahora ya no lo tenía. De repente, ese sentimiento me recorrió el cuerpo. Se me aguaron los ojos una vez más. Me mordí el labio para no llorar y, efectivamente, funcionó. Entonces me acordé de Dani. Siempre se mordía el labio cuando intentaba no llorar o no reír. Qué gracioso era. El día de mi séptimo cumpleaños se puso a llorar porque, aunque tan solo tuviera un año, ya era consciente y quería probar mi tarta. Cuando nació pesaba cuatro kilos al igual que yo. Al menos eso me dijo mi madre. Mamá. Te hecho de menos. El día que me vino la regla por primera vez pensaba que me había hecho diarrea encima. Mi madre me dijo : 
- Lena, cariño, no creo que sea diarrea.
- Entonces, ¿qué es?
- Regla.
- ¿Cómo? ¿No se supone que las reglas son los bichos esos con los que mides las cosas y haces rayas rectas para escribir por debajo?
- Bueno, Lena creo que esto te lo debería haber explicado hace tiempo pero no lo hice perdona. - Yo no me enteraba absolutamente de nada. De hecho mi madre me dio una explicación un poco ligera y sin demasiado contenido. - La regla, menstruación o periodo, es aquello que solo es de las mujeres. Los hombres no la tienen. Viene una vez al mes y, aunque lo único que ves ahora es color marrón, dentro de más o menos un mes, vendrá otra vez de color rojo. Es el modo por el cual las mujeres nos libramos de cosas malas que hay en nuestro organismo y nos renovamos. 
-Anda que guay. 
- No era precisamente la respuesta que esperaba oir
- Bueno, me renuevo. Ahora ya no soy Lena, llámame Dunia la de la tierra de las Petunias. Jajaja. Soy una mujer nueva. Adiós a mi vida anterior. Pero, entonces, si viene una vez al mes, ¿seré mucha gente durante un año?
- No, cariño. Seguirás siendo Selena Cabrera. Solo que ahora, tienes la sangre limpia, por así decirlo.
-¡Bieeen! Sabía que yo no era una Muggle. Dime mamá: ¿Ahora vendrá Dumbledore a recogerme y a llevarme a Hogwarts?
- Selena, ¡eso es solo una película! Tráeme tu libro de Ciencias Naturales. Dios mío, que clase de cosas enseñan hoy en día a las niñas de once años. Se supone que ya debería saber lo que es todo esto. - Sí, mi madre tenía un gran defecto, hablaba con ella misma. Aunque, a veces pensaba que tenía un amigo imaginario o veía fantasmas porque, realmente, lo hacía a diario. Igualmente, en el libro no ponía absolutamente nada. - Tú espera al año que viene que seguramente lo entenderás mejor. Por ahora, ponte esto en tus bragas para no mancharlas de sangre, digo de esa cosa marrón que luego será roja. 
Aunque ya de eso hace cinco años, aún me acuerdo como si fuera ayer. Entre tanto me acordé de la promesa que le hice a la señorita Jennette. Se me había olvidado. -¿Por donde vamos, quién es ese tal nit-no-sé-qué.? Bueno, la próxima clase atenderé un poco mejor. - Inglés. Katherin. Diversión. Era la única asignatura en la que solía prestar atención. Ella nos enseñaba lo que nadie nos había dicho, aparte de que nos lo pasábamos muy bien con ella. Era estadounidense. Morena, con los ojos marrones y mulata. Se había pasado las vacaciones recorriendo Estados Unidos en una furgoneta que su padre alquilaba durante tres meses al año. Había estado en Florida, California, Texas, Montana, etc. Como a cualquier adolescente,  me encantaba Estados Unidos. Las clases erran divertidas porque, de un modo curioso, contaba su vida utilizando la gramática y el vocabulario que nos tocaba estudiar en el temario. También nos hacía escribir nuestras propias historias. Cuando las terminábamos se las pasábamos a nuestro compañero de detrás quien la leía en voz alta y las tareas solían ser las actividades propuestas en el libro además de comprensión lectora de la historia que más le gustara a la profesora de las leídas en clase. De este modo aprendí a escuchar, escribir, leer, hablar y entender en inglés. Me parecía curioso que solo tuviera un apellido. Yo estaba acostumbrada a los dos que iban detrás de cada nombre. Pero no. Ella era Katherin Greenwood. De hecho, a veces incluso nos dejaba llamarla Katy pero, si lo hacíamos, tenía que ser con acento inglés británico. sonaba algo así como keeitii.  Sonó el timbre e ipso facto y la señorita Katherin entró por la puerta mientras Isabel se marchaba mirándola con retintín puesto que no entendía porque cuando entraba Katy sonreíamos y deciamos -Bieeeen- y después nos callábamos y, sin embargo, con ella decíamos - Vaya tostón- y nos poníamos a hablar. 
 - "Hi guys, today we are going to learn how to use colloquial words".- Y así de la nada, comenzó a hablar sobre su primer día de clase con mister Morrison a quien le saludaron de un modo muy cotidiano cuando entró en la 
clase porque era tan jóven que se pensaron que era un nuevo compañero. Sabes Dani, me hubiera gustado que, al llegar a casa,  te hubiera contado una historia más de la señorita Katherin de quien estabas enamorado por lo divertida que era. Recuerdo que siempre quisiste tenerla como tutora. Ahora, ya nunca podrá enseñarte inglés ni contarte toda su graciosa vida en Nebraska.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Cambios

2. Darkness but then, a little sunshine
Intro capítulo: tras dos meses repletos de juicios y agonías, mi tía Mónica ganó felizmente mi custodia. Aunque la quería mucho y solía pasarlo muy bien, las cosas ennegrecieron en mi vida y ya, estar con ella no era, precisamente divertido, ya nada era divertido.

Papá, mamá, Dani. ¿Alguna vez habéis querido a alguien, y luego se te ha escapado de las manos? ¿Alguna vez habéis deseado la muerte? No lo sé. Me encantaría que me pudierais responder estas preguntas. Pero ya hace dos meses que no sé nada de vosotros, ¿aún me recordáis? ¿aún soy vuestro pequeño angelito?Me reitero, no lo sé. Yo estoy bien, os respondería si aún estuvierais aquí. Toda mi felicidad escondida tras una mirada sin sentimientos para no daros más preocupaciones. Dani, ¿qué hacen tus calcetines debajo de mi almohada? Te iría gritando por toda la casa. Ahora ya es un hábito, es mi culpa. Siempre los pongo ahí, sigo sin saber por qué. Antes, cuando estabais aquí pensaba que lo sabía todo. Ahora, siento que no sé nada.  ¿Soy una completa ignorante? Simplemente, me faltan palabras para hablar. Ya no soy Selena. De hecho ya ni mis queridas amigas me llaman así. Mientras me ven por los pasillos del instituto, me pregunto, si de verdad se acuerdan de mí, de todo lo que he pasado. Igualmente, no quiero que nadie sienta pena de mí. Hay mucha gente que necesita más atención. El otro día, en los baños, escuché hablando a dos chicas de primero. Maldecían a su familia y a sus hermanos pequeños. ¿De verdad saben lo que están haciendo, lo mucho que sufrirían si sus maldiciones se hiciesen realidad y ellos ya no les mimaran, les comprara esas BlackBerrys, esos Ipod, o los viajes en Yate? Nadie. Eso era lo que parecía ser yo. Ocupaba el aire y un asiento en clases en las que casi no prestaba atención, en exámenes en los que ya ni escribía mi nombre. Mirada al frente, pies cruzados, boli en mano. Horas y horas. Días y días. Varios psicólogos me habían intentado ayudar. Incluso los médicos me habían mandado anti-depresivos. Nada. Ya no quedaban rallos de esperanza. Era eso que ocupaba, aire. Fui a clase otra vez. Esta vez me tocaba con la señorita Jennette. Seguí con mi rutina. Libreta y boli en la mesa, mirada al frente. Silencio. 
-¿Selena, puedes decirme cual es el recorrido de esta parábola?- No salía de mi asombro, ¿qué se suponía que era una parábola? ¿Ese dibujo con forma de tristeza que estaba situado en la pizarra?
-No lo sé, señorita Jennette.- Suspiré mirándola a los ojos mientras volvía a mirar hacia el frente.
- Selena, escúchame. ¿Sabes acaso de que estoy hablando?- No respondí. 
- Es menos infinito a más infinito, señorita.- Soltó una voz conocida. Me volteé. Era Raquel. Cómo le había crecido el pelo en estos últimos meses. Se me ocurrió mirar hacia la clase. Ahí estaba Leo, mandándole cartitas a Alexa y Zooey estaba a mi lado. ¿Desde cuándo era rubia? Hace dos meses me hubiera gustado que la señorita Jennette la hubiera puesto a mi lado en clase para mandarme notitas con ella. Ahora, francamente, me daba tanto que igual si estaba ella o Dara, la pija de mi clase. 
- Raquel , no te he preguntado a tí. Tienes un negativo por responder cuando le tocaba a tu compañera. ¿No habéis aprendido nada sobre el respeto durante toda vuestra vida?-Soltó con tono arrogante. 
-En cuanto a tí, Selena. Acompáñame a fuera. 
Habiendo estado lejos de aquellos adolescentes locos aún se escuchaban sus gritos. La profersorra me cogió de los brazos y me zarandeó.
- Selena,¿estás ahí?
-No. - Negué con tono seco.
- ¿No crees que es hora de pasar página? Mira, hace una semana murió mi madre y, me está costando superarlo. Pero sigo aquí. Doy mis clases. Me preocupo por que haya felicidad en mi corazón.
Felicidad, ¿qué era eso? ¿Cómo se sentía uno cuando había felicidad en su vida?
- Me encantaría que me definiera la palabra felicidad. 
- Satisfacción, gusto, estar contento. 
-Ah, está bien eso. Señorita, ¿conoce usted la legalidad de armas de fuego para menores? ¿ O, en qué países  se permiten a adolescentes de dieciséis años usarlas?
- Es muy triste que preguntes eso.- Dijo asombrada.
- ¿Sabe usted que es triste? Que tus padres y tu hermano se mueran cuando ni si quiera tu hermano ha pasado los diez años de edad. Que tu tía te cuide y te quedes a dormir en su casa todos los días. Que antes me lo pasara bien con ella y ahora tenga que ver su cara de desepción mientras que ve que no pruebo ni un poco de pisto, lo que ella asegura que siempre fue mi comida favorita. Que suspendas todos los examenes. Que se te ocurra leer una pregunta y no entiendas ni lo que te dice cuando, hace unos meses, tenías una media de 8´7 en cada asignatura. Eso es triste al igual que es triste que tu amiga Zooey lleve no se ni cuanto tiempo sentada a tu lado y ni te hayas enterado de que está ahi o de que ahora es rubia cuando antes tenía y  un pelo castaño oscuro brillante y sedoso, tu amiga Raquel se ría de tí en tus narices porque no sabes ni lo que significa parabolismo o que Alexa se cartee con el chico que fue tu amor platónico durante los dos últimos años. Eso es tristeza. Ahora, si me disculpa me gustaría que cerrara la boca, le entrarán moscas. - Derrepente   sentí que me quería reír por haberle dicho eso a mi profesora y sonreí. 
- ¿Te sientes mejor? 
- Sí, gracias. 
- No es nada te has desahogado. Ahora, si no quieres hacer el ridículo delante de tus compañeros entra ahí. Lo próximo que tienes que responder es de menos cinco a infinito. Esta tarde me pasaré por tu casa y te explicaré todo lo que hemos dado en matemáticas estos últimos dos meses. Me informaré de lo que hayan dado los demás profesores en sus asignaturas e intentaré explicartelo. Solo si quieres y me prometes que me atenderás y estudiarás a partir de ahora. No te pido que estudies tanto como antes pero sí que apruebes todos los exámenes. Ah, por cierto. Se dice parábola no parabolismo 
- Lo prometo. Gracias señorita Jennette, de verdad.Usted sabe como sacarme de quicio.- Le sonreí y volví a entrar en clase.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Cambios


1. Change

Aquel día estaba sentada llegando a casa y pensando la razón por la que tenía que vivir al lado de mi enemigo y de mi tutora. Dios Santo, siempre me los encontraba en verano, los fines de semana, en Navidades, etc, cuando escuché las alarmas de ambulancias, bomberos y policías. Fui corriendo a preguntarle al conductor de la ambulancia que estaba pasando y me dijo:
-Una mujer,un hombre y un niño han sido asesinados.
-¿Cómo?- Le pregunté muy asustada.
-Una persona aún no identificada entró en la casa y les mató, al parecer, con una pistola- Me contestó él.
-Bueno y, ¿en qué piso fue?
-Exactamente en el tercero "D" del edificio "Esperanza"
-¿Qué?- Mis oídos no daban crédito y mi corazón palpitaba cada vez más fuerte.
-Sí, el tercero "D", ¿conoces a la familia?
-Por supuesto-respondí con una voz ahogada.- Es mi familia.- Retomé las palabras tras unos segundos sin creer, imaginar, sentir e incluso pensar. No entendía nada, era todo tan extraño y borroso. Imposible, me dije. Seguí caminando, pasé por la entrada del edificio y subí las escaleras hasta llegar a un patio interior de suelo verde cuando, todo cobró sentido. Están muertos, Selena.
- ¡Están muertos!- Grité a los cuatro vientos mientras las lágrimas  resbalaban y recorrían mis mejillas terminando en mi boca. Comencé a gemir y me tiré al suelo. Sentía un dolor, un dolor tan profundo. La impotencia, el pánico y el miedo me estaban comiendo la piel. Tenía heridas invisibles por todo el cuerpo queme ardían a más no poder. 
¡AAAAAAAAAh! - grité desesperada.
Minutos después cuando decidí abrir los ojos, ahí estaban ellos, sus cuerpos cubiertos por unas sábanas blancas. Mi hermano Dani, mi madre René y mi padre Antonio. Daría lo que fuera por recuperar todo lo que acababa de perder. Y ahora están bajo sábanas blancas, tristes y llenas de sangre sábanas situadas encima de unas camillas de ruedas pequeñas. Una tras otra salían rodeadas de mis vecinos y se alejaban en la nada.
No, no, no. Esto solo pasa en las películas o en series como "CSI" o "Bones". Típicas series americanas como decía mi padre quien solía decir que pasara de las sandeces estadounidenses y me pusiera a ver algo en el "National Geografic Chanel". Ya no me impedirá volver a verlas, ya no me bloqueará los canales de televisión. Ahora todo había acabado. Las peleas con Alan, las compras en "Stradivarious" con mi madre, la música Country de  mi padre. No me quedaba nada. Ahí se iba mi vida, ahí se iba mi ser. En ese preciso instante deseé haber estado en una de esas camillas envuelta en sábanas blancas. Lo peor es que nadie se había dado cuenta de que estaba allí todos miraban a los que eran mi familia y no a mí, la que sufría el dolor y la impaciencia. Después de unos veinte minutos, un policía robusto se acercó y me dijo: - ¿Tú eres Selena Cabrera Cruz, verdad? 

No tenía fuerzas para responder, por lo que asentí fuertemente y volvía a acurrucarme al suelo del patio. El amable policía llamó a mis  familiares tras escribirles sus números en su libreto de multas. Se alejó hacia sus compañeros de trabajo. Vi cómo me señalaban dos o tres veces.

Alexa, Raquel y Zoeey, mis amigas y vecinas desde que llevaba pañales llegaron hasta mi y formaron un círculo a mi alrededor dándome un abrazo. No fui capaz de apreciar el momento. 
Iros, tontas. ¿Quién os necesita? ¿Acaso pensáis que sois lo suficientemente importantes para estar aquí, que sabéis que es lo que se siente? Por favor si ni si quiera sabéis hacer una maldita cama. Incultas. ¿De verdad os pensáis que está todo solucionado? Si tan preocupadas y tristes estáis, ¿Por qué no lloráis? Oh, perdón, es que ellas viven en su mundo fantástico donde lo único que importa es el color de moda del verano.
Alexa abrió  la boca con aire enfadado pretendiendo contestarme pero, Raquel se la tapo.
-Déjala Alexa, no está pasando por un buen momento, ni creo que debamos escuchar todo lo que diga porque ahora mismo lo que siente es dolor y lo intenta tapar con enfado y  odio efímeros. Ya verás como dentro de un tiempo vuelve a ser otra vez ella y nos viene a pedir perdón con vergüenza después de habernos          insultado de tal modo. 
- Anda mira, ya tenemos aquí a una psicóloga sabelotodo. Fuera de mi vista. -De este modo, las tres se fueron muy ofendidas hacia sus casas. La gente iba desapareciendo poco a poco. Estaba bloqueada. Ya ni escuchaba los ruidos de la calle. Estaba tan asustada y bloqueada que los sentidos no me funcionaban. Fue tal mi agonía, las rápidas pulsaciones de mi corazón y toda la adrenalina que me recorría por el cuerpo que corrí hacia el barranco. Casi en el aire Leo, el chico que peor me caía de todo el colegio me agarró.
-¿De verdad piensas que así vas a solucionar algo, que no te queda nada en este mundo por lo que seguir viviendo? Piensa en tus amigos, en todos tus familiares que te quieren. ¿No crees que a tus padres les gustaría que fueras fuerte y siguieras adelante?- Me consoló Leo. Le abracé con las pocas fuerzas que me quedaban. Fue uno de los abrazos más bonito que habían dado en mi vida. -Además, eres demasiado importante en el mundo y para mí. No te voy a dejar morir. -  El policía que me había reconocido.
-Señorita Cabrera. Su tía Mónica, ha aceptado vivir con usted y hacerse cargo de su educación. Por ahora, no hay ningún problema para que esto se cumpla. Así que recoja sus cosas que, mañana será un día largo y complicado. 
Volví hacia el edificio y comencé a subir las escaleras. Era un edificio muy antiguo y no tenía ascensor. Se me hizo el caminar más eterno de mi vida. Pasé la cinta amarilla y con un mono que me dio otro policía entre. Saqué las dos grandes maletas que mis padres guardaban en el altillo de su armario. Vacié todas mis gavetas y el armario entero. El resto de la casa estaba hecha una ruina. No se quién fue. Pero, sea como sea, estaba buscando algo. Por mi cabeza empezaron a pasar todos los recuerdos en esa casa. Desde que tenía uso de razón vivía allí y ahora mi hogar estaba destrozado.  Mi tutora Jennette,quien vivía en frente mío, abrió la puerta y accedió a ayudarme con las maletas. Bajamos los escalones poco a poco con el pesado equipaje en las manos y salimos. No conversamos en ningún momento. Simplemente nos mirábamos fijamente la una a la otra. Tenía los ojos marrones y el pelo canoso. Era de estructura gruesa y de tamaño pequeño. Nuestra relación no era muy estrecha. Siempre me ponía buenas notas pero no es que le cayera muy bien. A decir verdad, nadie le caía bien. Era una mujer ya entrada en años, casada con su trabajo. No tenía familia  y apenas se la veía salir de casa acompañada. En la calle, de la nada, salió un papel en el que estaba dibujada una rosa delos vientos. Puede que fuera un mensaje del universo, puede que no. Pero lo primero que se me pasó por la mente fue: "¿A dónde me llevaría mi vida ahora?"

sábado, 23 de julio de 2011

era él

-A las siete de la tarde mi prima me acompañó a la puerta. Esperándome allí estaba Jeremy Dallas. Otra vez desde que lo vi, me dije que era él. Estaba subido a una negra limusina tan grande como el edificio de Ali. Riendo me subí y en menos de media hora estábamos en la puerta del instituto de Jeremy. Entramos por la puerta y nos encontramos con mis amigos Helen, Bella, Esther y Eloy. Pero, ¿qué hacían ellos ahí?
- ¡Hola! Estoy tan emocionada de que estéis aquí. Pero, ¿Por qué?
- A mí no me mires este es mi instituto. - Se defendió Eloy
- Eloy me invitó a venir al baile y accedí -Afirmó Esther.4
- Yo estoy con mi novio Alan.- Dijo Bella.- Sí, está en este instituto.
- Mi mejor amigo me invitó a venir porque no tenía nadie con el que estar. - Se sonrojó Helen. Todos los presentes menos Jeremy sabían que Simón, el mejor amigo de Helen, era su amor platónico, al igual que Helen era el suyo. El único problema era que, pese a que todos conocían ese, ya no tan secreto, los únicos que no se habían enterado de ello eran ellos mismos. Con lo cual, esperaba que este baile, les ayudara en su estrecha relación.
Partimos de este modo al salón de baile. Jeremy y yo nos separamos de mis amigos, quienes se fueron a bailar. Nosotros en cambio, nos sentamos en las gradas y empezamos a hablar sobre películas y todos nuestros intereses comunes como Michael Jackson y sus grandes éxitos.
- ¿Es California Gurls lo que suena?
- Sí - Me emocioné
- Por favor que todas las chicas solteras acudan a la pista a bailar este temazo de Katy Perry -  Informó el DJ.
Salí corriendo a bailar junto a Helen. La siguiente fue un poco más divertida puesto que Jeremy salió a bailar conmigo. Era Thriller de Michael Jackson, todo un éxito. Paramos un rato mientras sonaba algo de salsa para comer. Yo probé un par de pinchitos de tortilla  y el se tragó cuatro. Después pusieron una mezcla de la película Grease así que volvimos  bailar. Entre risas mientras acababa la canción el Dj puso un tema lento.
- Las parejitas que salgan a bailar y disfruten de esta lenta balada que cierra la noche.
Jeremy y yo nos miramos. Me cogió por la cadera con su mano y me acercó rápido hacia él. Nerviosamente apoyé mi cachete sobre la tela de su Smokin y de un modo muy tonto girábamos y dábamos tontos pasos en el centro de la pista. Cuando iba acabando la canción, Jeremy me hechó un poco para atrás y me miró a los ojos.
-Te quiero - Me dijo mientras me miraba con sus mielosos ojos.
- Y yo también - Sonreí
- Pero, no te tengo esa clase de cariño. Estoy  harto de quedarme pasmado mirándote mientras me dedicas tus brillantes sonrisas, mientras te sonrojas cuando te digo algo embarazoso, mientras te dejo escapar de entre mis manos.
- Jeremy, yo, se me explota el corazón, esto es... - Decía mientras me trababa de la emoción del momento.
- Lisa, lo sé, sé que es una estupidez, bueno si tu no me quieres de ese modo no pasa nada. - Le lloraban los ojos
- Jeremy te quiero de verdad de ese modo y de todos los modos que tu quieras. - Jeremy se inclinó y mientras cerraba sus ojos se acercaba cada vez más a mí. Sentí sus labios cerca mío, su respiración, los latidos de su corazón, sus pensamientos tan confusos aún, su deseo, mi deseo. Todo culminó con ese beso, un tanto pasajero pero inolvidable. Nunca, nunca conseguiré olvidarme de esa sensación. De cómo me miraba, del roce de su mano izquierda en mi cara y de la derecha en mi espalda. Todos mis sueños se cumplían y lo que se me pasaba por la cabeza eran todos mis días de llanto y desesperación, de lujuria y espera, volví a tener ese presentimiento, esas palabras se realzaron en mi mente, esa sensación que tanto me llenaba, era él.

Aquí termina la primera parte de mi historia, era él.

miércoles, 20 de julio de 2011

Era él continuación

Como si nada hubiera pasado, unas vidas paralelas a las nuestras empezaron a surgir tras haberme desmayado. No era nada igual, real, creíble pero, sin embargo, tan fantástico e inolvidable que jamás podrá ser desapercibido en mi mente. Como si estuviera despierta comencé a caminar por los pasillos de lo que parecía ser un instituto. Miré hacia la izquierda y había una especie de taquillas que se abrian y cerraban sin cesar. Al mirar hacia el otro lado me pareció ver una persona a lo lejos. Me acerqué corriendo pero casi no se me movían los pies. Paré. Me caí en el suelo y rompí a llorar aunque no salían lágrimas. Al levantar la vista le ví. Era él. El mismo del que me había enamorado. El mismo por el cual me vestiría de negro. El mismo por el cual dejaría de reír o de llorar. El mismo por el cual pasaría hambre. Y, con esto afirmo que, no hay realmente nada en este mundo que no haría por él. Me levantó y me besó. Un beso increible, un beso irrepetible. Solo era un sueño pero realmente lo había sentido. Había sentido lo que se siente cuando te besan de verdad. Había sentido sus labios hacercándose a los míos, sus hondas respiraciones marcadas al mismo ritmo que un reloj que sonaba en la distancia....
- ¡Lisa! ¡Mamá Lisa esta viva, Lisa esta viva¡- Escuchaba los gritos de Ali mientras mmis ojos aletargados se iban abriendo poco a poco. - Lisa, ¿Estás bien?
- No, no puede ser. Era solo, solo un sueño. ¿Y ahora que pasa? ¿No era él? ¿ No fueronsus labios sobre mis labios aquello que sentí? No, me niego a vivir la realidad. Por mí vuelvo a mi estado de letargo eternamente. Ahí seré más feliz,ese es mi sitio.- Decía alborotadamente mientras iba creciendo y creciendo mi tono de habla al igual que mi emoción peliculera puesto que, ahora recordando esa escena, se me pareció a una escena del teatro de Shakespeare
 Ali colgó el telefono y me ayudó a levantar.
- No sabía que hacer. Te desmayaste y llevas dormida dos horas. ¡Dos horas y vienes y te despiertas como si tu sueño fuera lo único relevante! ¡Después de todo lo que he sufrido! ¡Incluso pensé que te había dado un paro cardiaco! ¡AAyyy giliestúpida que, ahora a la que le va a dar el paro cardiaco es a mí!
- ¡Deja de gritar ALICE, que no estoy sorda. Además, soy yo la que ha tenido el problema no tú.
- No es verdad. Tampoco fue tu culpa bueno, en verdad sí. El flash estaba demasiado fuerte y tu sacabas las fotos muy rápido.
-¿Ves? No fue culpa mía fue culpa de la cámara. Ala, ya lo he dicho y sí, me siento mucho mejor.- Dijo con aires de superioridad. - Voy a retocarte el maquillaje y no bailes almenos hasta dentro de dos horas no me seas tonta.
- Vale mamá.
- Ayy... lo que hay que soportar...- Suspiró.
Me retocó el pelo con un cepillo grueso y la plancha. Después me puso algo de laca por si había algún otro incidente.  Cuando acabó me miró, me dedicó la mejor de sus sonrisas y me abrazó. Se despegó de mí y comenzó a bailar después de darle al play del CD de  Lady Gaga. Puso su típica cara de baile. Morros hacia  fuera ojos encogidos y cara de dolor. Era tan graciosa que no pude evitar reírme. Mientras tanto, yo cantaba al ritmo de la música: "Can´t read my, can´t read my, no he can´t read my Poker Face. She´s got me like nobody". Así se hizo la tarde más llevadera. Mientras pasaban las horas y el CD.

Seguiré el próximo día

domingo, 17 de julio de 2011

Era él continuación




Y así pasado de aquiel día jueves,  llegó el viernes, el día del baile. Cómo no, en el recreo estaba riendome mientras la otra parte de mi cerebro, estaba totalmente nerviosa. Sentía como me caían las gotas de sudor por la espalda mientras escuchaba algunas de las palabras de la explicación de mi señorita de biología, Susan y  hacía una vez más pequeñas hipótesis sobre esa noche. Susan era la profesora inocentona, la que no se da cuenta nunca de nada, sobre todo conmigo. Yo solía atender mucho en clase entonces, no me prestaba atención y, cuando no le hacía caso, ni lo apuntaba en el parte ni me regañaba, era como una promesa. Yo prometo solemnemente, que atenderé en todas las clases del curso siempre y cuando me deje estar en letargo en los momentos de tensión.

Cuando Susan salía por la puerta, entró Eleanor, quien me impartía clases de Historia Mundial. Mientras ella explicaba la gerra del Peloponeso, yo tomaba apuntes. Entre las palabras solía escribir Baile y Jeremy. Ya que podía hacer dos cosas a la vez, escribir lo que me decía y pensar en el baile. Aunque, algunas veces, no salía del todo bien.

En la última clase del día, estaba Joselin, la profesora de francés. Me acuerdo perfectamente de esa clase, al igual que de todas. Siempre empezaban por:- Repasando. Luego saludaba a la clase:- ¡Ah! y buenos días. Mensionaba mientras tomaba asiento. La Señorita Joselin, que era como nos hacía llamarla, era de la antigua escuela, de aquellas maestrasque te pegaban si no hacías los deberes o se te olvidaban los libros. Gracias a Dios, esos años en los que los profesores maltrataban a sus pupilos habían pasado. No quería ni testar lo que sabía uno de esos puños ya envueltos por una piel caída con el paso de los años aunque dura de tanto coger las tizas. Realmente me daba miedo. Al oír el sonido del timbre, puse pies en polvorosa y me fui a la parte del colegio de Bachillerato, donde estudiaba Ali. Cuando salió, cogimos el tranvía hacia su casa. Comimos en una hamburguesería vegetariana que estaba justo debajo de su casa y después subimos. Lo primero que hice fue bañarme. Posteriormente, vimos un par de capítulos de Glee. Al acabar, cogimosel ascensor hacia la primera planta, la de mi abuela Tempi. La saludamos, cogimos mi largo vestido ya arreglado y nos fuimos a la planta de mis tíos Arte y Damián donde encontramos un cepillo de pelo especial para pelos largos y voluminosos, característicos de la familia van de Kamp. Por último llegamos a el piso de Ali y nos pusimos manos a la obra. Me puse el vestido y los tacones. Todo estaba en orden y decidimos continuar con el pelo. Ali me peinó y me puso una diadema azul que combinaba con el vestido. El peinado era muy sencillo. Liso. Así que decidimos cambiarlo por un moño alto del cual caían los mechones de pelo rizados logrados gracias a una plancha y un peine. Volvió a ponerme el tocado y así acabamos con el cabello. Ali salió de la habitación unos instantes y trajo consigo un set de maquillaje mas grandes que el ancho de la puerta. Seguimos el mismo proceso de siempre. Cogió la base, esta vez en polvo, y me la hechó por toda la cara. Después cogió el eye liner y me bordeo el ojo de color negro. Al de abajo le puso un poco de blanco para  ampliar el ojo y luego me puso una sencilla sobra azul cielo que me cubría los párpados. Cogió la cámara y, antes de dejar que me viera en el espejo, comenzó a sacarme fotos. Iba tan rápido y yo estaba tan incómoda con mi nueva ropa, que caí hacia atras desmayada.

Seguiré el próximo día

domingo, 10 de julio de 2011

era él


Después de toda una larga semana pensando en aquel viernes, aquel importante viernes. Mis amigas Helen Pérez e Isabella  Crew estaban ahí, sentadas a mi lado. Hablando y riendo mientras yo estáticamente pensaba en él. Ya no tenía duda alguna, era él a quien quería. Era él lo único que me importaba en este mundo, lo único  por lo que me había sentido tonta y no me había importado, al igual que tampoco el estar pensando en él una y otra vez. Helen se acercó y me dijo: -Lisa, ¿estás bien? No me gusta nada cómo te estás comportando esta semana. Eso está mal y lo sabes. Tú no eres así y deberías plantearte al menos dos veces si de verdad quieres estar aquí sentada con nosotras, tus amigas, las de siempre. 
-  Lo siento Helen. Ustedes sabéis que os quiero mucho pero, en estos momentos estoy pasando una racha de callar y pensar. Te prometo que el lunes de la semana que viene no estaré así. - Dije con voz de niña pequeña haciendo pucheros.

Sí, lo tenía asumido Helen e Isablla era lo único que me quedaba en la escuela "Marineros". Helen era de una altura normal, flaquita, morena y con los ojos tan marrones como las tabletas de chocolate. Nunca tenía miedo de decirle a la cara a alguien lo que pensaba, era lista y decidida, además de estar realmente loca. Por el contrario, Isabella, era más tranquila, morena tanto de piel como de pelo y ojos. Ella prefería no decirme nada puesto que, al menos desde mi punto de vista, era también más reservada e inocente. Mientras me levantaba de mi sitio con el poco orgullo que aún me quedaba, se acercó mi prima Ali, quien también estaba en el colegio.
- ¿Qué pasa con tus amigas Lisa?
- Pasa que no puedo parar de pensar en el viernes, en Jeremy, en mi vestido, en mis pies y los tacones que los estropearán. - Dije mientras lloraba.
- ¿Y eso qué tiene que ver con tus amigas?
- La cosas que, al no poder dejar de pensar en él llevo desde el lunes sin mencionar palabra mientras que mis amigas se ríen de cosas de las que no me entero. Helen se ha enfadado e Isabella  me miraba con cara de decepción.
- Pues niñita bonita, en vez de llorar y presentarte enfadada ante ellas, deberías volver pedirles perdón, contarles el por qué estás así. - Dijo mientras se despedía y alejaba de mí.

Me sequé las lágrimas y volvía al fondo del patio, en el que solíamos sentarnos.
-Helen, Bella, venid conmigo quiero contaros por qué estoy así. Espero que lo entendáis porque realmente no puedo evitarlo.
- Más te vale que sea algo bueno- dijo Bella.

Al terminar de explicarme tocó la campana, me sonrieron y dijeron al unísono: - Lo entendemos y te queremos, Lisa.- Cada una se fue a su clase y seguimos con nuestras vidas. Cada una con su asignatura y sus problemas pero, como en cualquier momento de nuestra amistad, lo habíamos solucionado del mejor modo que se puede, hablando y escuchando.

Seguiré el próximo día.

martes, 5 de julio de 2011

Era él continuación

Pasada aquella efímera noche, me desperte con unas ojeras horrorosas. Tomé el desayuno y me dispuse a encender la tele. Cuando toqué el mando sentí un calambre así que decidí dejar la tele para otro momento. Abrí el ordenador y me puse a twittear con Josselin Hudson, una futura famosa americana a la que, por casualidad encontré en la red. Me contó que en su discográfica, se había encontrado con Marc Anthoni, de quien era fan desde pequeña. Soltó un pequeño grito y éste la miró raro. No sé si tener una amiga que, dentro de un año, saldría en las portadas de Rolling Stone o New Yorker contando su vida, sería la mejor opción pero, la chica me cayó bien desde un principio y no la iba a dejar sin respuesta a sus numerosos twitts sobre su día a día. Yo sin embargo,  no le contaba mucho. No es que no tuviera confianza con ella pero, igual, un dia se volvía loca y le contaba mi vida a una periodista como la de las Mtv news que, curiosamente, se llamaba  igual que yo, Lisa. Al cabode dos horas o así, recibí una llamada. Era Jeremy. Me empezó a pedir perdón por lo que había pasado el día anterior y, como estaba acostumbrada a hacer, escuché. Llegó un momento en el que le corté y le dije: Jeremy, no pasa nada, te perdono. Así continuamos con la conversación.
- ¿Te has pensado lo del baile?
- Yo dije que iba, y no he cambiado de opinión.
- Vale, yo alquilaré un Smoking. - Él no lo sabía pero, mi sueño desde que tenía doce años era que en mi primera cita el chico se vistiera con Smoking y bueno, sinceramente, ese baile era como la primera cita que tendría.
- Sí estoy de acuerdo. Yo llevaré un vestido que me compraré hoy con mi prima, Alice.
- Oye, me haría ilusión una cosa- insinuó
-  ¿ Qué?
- ¿ Podrías ponerte tacones?
- ¡Qué! ¿Por qué?
- Me hace ilusión, no sé.
- Bueno... no te prometo nada pero, lo intentaré.
-Gracias.- Años después, me enteré de que esa era su fantasia, al igual que la mía con un smoking.
-Me tengo que ir Liss.
-¿Liss? ¿Qué es eso una nueva moda?, porque no me gusta.
- Lisa, perdón. No te volveré a decir Liss, te lo prometo.- Promesa que nunca cumplió.
- Adiós Jeremy.
- addio mio amore - Me dijo con su mejor voz de italiano nativo.
Coloqué el télefono  en su sitio y, cuando me di cuenta, ya eran las tres, y ni si quiera me había quitado el pijama. - Cómo no, otra vez tarde. -Me vestí como un correcaminos y salí por la puerta media hora después. Mientras recorría las muy vistas calles de Santa Cruz en busca de la casa de Alice, llegué a aquel bonito edificio de cuatro plantas donde vivía tan solo su familia. La abuela Tempi en la primera planta, mi tía Artemisa en la segunda planta junto con mi tío Damián, en la tercera sus hermanos  prácticamente gemelos, Juan y Teo. Por último, Alice, la reina de la casa siempre se lleva el piso más alto, solía decir ella con un aire de superioridad a veces molesto, a veces gracioso. Toqué el timbre y me respondió mi abuela Tempi.
- ¿Dígame?- Dijo con su voz desgastada después de cantar en los coros de el Tenderete durante 50 años.
- Soy yo, abu, Lisa. Vengo a ver a Alice.
- Pasa primero por mi piso para saludarte.
- Vale abuela. - Dije sin rechistar.
Mi abuela me dio un vaso de leche y diez euros, como era de costumbre mientras me hablaba de sus revueltos sueños de las noches pasadas. Cuando, derrepente, me llama Alice.
- ¿Tú a qué hora piensas venir, honey? - Volviendo a utilizar sus modos más ingleses.
- Estoy en tu casa, que abuela me dijo que pasara primero por su piso.
- Pues dile que luego vuelves a despedirte pero, ya son las cuatro y hay prisa.
-Adiós.- Colgué de un modo muy hosco y enfadado.
En dos minutos ya estaba cogiendo el ascensor que me llevó a su piso.

-Hola, Reina.- Dijo irónicamente Alice.
- No es la Reina la que llega tarde, son los demás los que llegan antes.
- Oh! Perdone su majestad " Barbie Malibú" - Río.
Me sentó en una silla y comenzó a arreglarme el pelo. Como era de costumbre, la parte de abajo lisa y la parte de arriba con bucles o, como me gustaba llamarlos a mí, ricitos de oro. Posteriormente, la cara. Me puso un poco de base, algo más blanca que mi piel y luego una raya negra que recorría todo mi párpado y un poco más.  Una hora después, comimos y salimos a la zona centro en busca de mi traje.
Al llegar a una tienda cuyo nombre me cuesta recordar, vimos dos vestidos en el escaparate. Ambos eran de color azul cielo. Uno corto y uno largo. Nos miramos mutuamente, sonreímos y entramos. Nosotras teníamos más o menos la misma fisonomía así que nos podíamos intercambiar la ropa cuando queríamos. Ella era más alta que yo, algo que solía restregarme por la cara muchas veces. Con lo cual, al probarnos los vestidos, nos dimos cuenta que a ella le quedaba mejor el vestido largo. Igualmente, decidió dejarme el largo para mí.
- Es antiestético ir denoche con un vestido corto.
- Pero el largo me queda muy suelto.
- Da igual, le podemos decir a la abuela que te lo arregle.
- Estoy de acuerdo, solo pongo un "pero". Nos compramos ambos, yo me pongo el largo en el baile pero luego te lo quedas tú y yo me quedo con el corto.
- No pasa nada. - Respondió con buena cara.
Pagamos los vestidos y salimos a la calle. Le comenté lo de los tacones con mala cara pues, en mi vida me había puesto tacones. Otro gran problema. Fuimos directamente a "la scarpa perfetta", término italiano que significa el zapato perfecto. Allí me  probé diversos zapatos con más de tres centímetros de tacón. Hasta que me decidí por unos blancos cuya forma era similar a los de la boda de mis padres. Algo de magia tenían los zapatos puesto que mis padres siguen casados. Me iban como anillo al dedo. Cuando Alice me los vio puestos me miró sonriendo y entonces supe que iba a estar guapísima a los ojos de ella el día del baile.
-Lisa, ni se te ocurra maquillarte tu sola. - Admitió con segundas, que me maquillaría ella.
Pagamos los caros zapatos y nos fuimos al cine a ver  " The Tourist"´. Película que me acabé comprando por la grandiosidad emotiva de aquel día. Al volver a su casa me propuso dormir allí y acepté. Me probé el vestido con los tacones y, al salir de detrás del blanco biombo del ropero la expresión de mi prima fue simplemente: Fuck the yeah. No Fuck,  ni Fuck yeah,  sino Fuck the yeah.
Sacó su cámara profesional, que era exactamente igual que la de Jeremy, y me comenzó a sacar fotos hasta que el flash me dejó ciega. A las doce más o menos, comenzamos a hablar de nuestro futuro, algo que nos importaba mucho.
-¿Tú crees que algún día me casaré? -  Me preguntó entre sollozos.
- Sí tú no te casas, yo seguramente tampoco. - Le saqué una sonrisa. -  No sé si realmente tendré hijos pero, yo quiero.
- Pues tendrás que esperar a que yo me case, para casarte tú para tener hijos a la vez. Yo un chico y tú una chica. Después se enamorarán y tendremos nietos tan preciosos que les sacaré mil fotos. - Nos reímos.
- Alice, tengo miedo.
- ¿ De qué?
- De crecer y perder todo lo que me importa.
-  Eso forma parte de la vida. Crecer, perder cosas que te importan pero ganar otras que también te importarán.
- Gracias.
- ¿ Por qué?
- Por ser tú. - Y con esta frase, acabó el día y nos dormimos abrazadas, tal y como solíamos hacer.
Seguiré el próximo día