miércoles, 20 de marzo de 2013

Metas

Muchas veces las cosas no salen como creíamos; pero incluso, en esos momentos, nos podemos llegar a impresionar. Cruzar la meta es lo fácil, lo difícil es como llegar a ella. Incluso podemos pensar que estamos haciendo lo correcto en cada momento para cumplir nuestros sueños pero, hay veces que lo inesperado hace más que lo planeado.

No esquematices tus pensamientos. Simplemente, disfruta del camino; llegarás antes a la meta.

martes, 19 de marzo de 2013

Moody

Todos los días nos ponemos más y más capas de personalidad sobre la nuestra. Llega un momento en el que nos sentimos atrapados en ella. Buscamos culpable en la sociedad, familia, amigos, colegas,... pero, la realidad, es que nadie piensa en cuáles son sus verdaderos errores, y en la manera en la que nos hacen daño sin darnos cuenta.

Cuando nos enfadamos soltamos ira, estrés. Es como si fueras llenando un vaso gota a gota hasta que rebosa.  En estos momentos no solo te puedes descargar con la persona errónea sino que te puedes dar cuenta de que no siempre puedes pensar en todo y controlar cada gesto que haces. El enfado no es con los demás es contigo, es simplemente nuestra voz interior pidiendo a gritos ser escuchada, liberada. El miedo nos hace abandonarnos, no ser nosotros mismos. Un poco de amor propio, amor a los demás y amor a la naturaleza es lo que nos hace falta. Ser impulsivos no está del todo mal.

 Sueña a lo grande. Vive lo que sueñas.

lunes, 18 de marzo de 2013

renacer.

Muchas veces ni nosotros sabemos qué es lo que queremos. La toma de decisiones urgente nos hace quedarnos en una eterna reflexión del "qué hubiera pasado si hubiera escogido lo otro", como si nuestra mente estuviera congelada. Cuando conocemos nuestros principios, todo resulta más fácil. Ser fiel a ti misma es sencillo, solo hace falta saber quién eres, y eso, es lo realmente difícil.

Empezara a escribir de nuevo me resulta desahogante. Se acabaron las historias tontas y torpes a cerca de niñas tontas y torpes con sueños o ideas que también resultan tontas y torpes, tal cual era yo cuando escribía antes. Ahora es la realidad, pensamientos, sentimientos,... Intento ser fiel a mi misma, para así tomar mis verdaderas decisiones.

miércoles, 28 de marzo de 2012

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13.  The end in the beginning




Dos semanas después  Anastasia ya era un capítulo aparte sumado a otras personas pero, probablemente a peor. Mi paciencia se había agotado. Prefería morir a seguir viviendo con ese sentimiento de desesperación y el miedo recorriendome las venas. Iba a volver a mi casa y estaba dispuesta a descubrir la verdad. . ¿Cómo alguien en su sano juicio podía quitarle a alguien todo lo que ama?
Enarqué los ojos mientras levantaba mi cabeza de la almohada. Mi tía Mónica me había dejado Tortitas encima de mi escritorio. Llevaba dos semanas en el hospital y esta era la primera noche que estaba en casa.  Tenía hambre, mucha hambre. Me levanté rapidamente y comencé a comer como un leopardo a una gacela. Entre mordisco y mordisco desataba mi rabia y eso me reconfortaba. Cuando se acabó el último trozo, llevé  el plato a la cocina. Mi tía se había ido a comprar como hacía todos los sábados por la mañana. Fui a la sala de música. Cogí una hoja de papel de pentagramas, un lápiz y me senté en el piano. Comencé a tocar LAM, Do#m,Re M,...No encontraba una tonalidad agradable. Apoyé bruscamente los codos sobre el piano lo que produjo una disonancia que expresaba mis sentimientos a la perfección. No quería llorar. No me iba a volver a hundir. Aún así, cuanto más fuerte me creía, más sensible era y peor estado anímico tenía. Estiré mi cuello lo máximo que pude y levanté mis codos. Apoyé mis manos sobre el piano y comencé a tocar uno de los primeros estudiosq estudio de piano que me enseñaron. Se llamaba arabescos. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tendría como unos siete años cuando mi tía trajo un pequeño teclado a mi casa y me dijo como se tocaba el piano. Y en menos de dos meses ya había terminado de leerme dos libros enteros. Me había regalado aquel teclado que pronto rompió mi hermanito pequeño. Dani siempre me destrozaba todo y yo pensaba que lo odiaba pero, en realidad, lo quería más de lo que me imaginaba. Y, de repente se me ocurrió. Tenía las notas perfectas en la mano. Arpegios en la mano izquierda y en la derecha notas que acompañaran a una voz. La voz de Dani. Era tan dulce y angelical como la de Jean- Baptiste Mounier. Solo que Jean era el chico idílico para mí y Dani, mi hermano pequeño. Las notas las tenía todas en la mente. Solo faltaba la letra. Nunca había compuesto una así que comencé lento y, aunque llené una hoja de tachones, salió la rima

Yo sé que me echas de menos pero estoy
en la música que escuchas hoy.
Recuerda el pequeño piano o a la profe de inglés
y que hoy en día aún siento interés
por saber que fue de ti aquel invierno.
No me lleves tan lejos, por favor
sé que nuestro amor es más sencillo
y que al final se me clavó como un cuchillo.
Por qué, dime tú por qué
 no estoy donde quiera que estés
contigo.
Cuéntame al menos una vez qué pasó esa noche
Si el espíritu de mi vida seguirá vagando
o si el cariño se irá olvidando.
Dime pequeño por qué mi alma no descansa junto a la tuya
Se me hace difícil pensar como esta papá
si aún te sigue contando cuentos
o su alma no está en paz
por auqellos dolorosos momentos.
Y dime si Anastasia os acompaña
o simplemente se perdió,
de camino a su verdadera casa.

El dolor me mata solo de recordar
cuán poco bello final
sin saber si me sigues queriendo

Te quiero y espero que recuerdes siempre
que aunque este muy lejos de ti
yo estaré hasta el último instante
preocupada por si esto alguna vez fue algo más
que una simple despedida
o es un simple sueño del cual aún no me despierto.

Cogí el papel y salí corriendo por las calles de Segovia. Llegué a aquel pintoresco edificio cuyo patio interior era de color verde. Abrí la puerta del edificio y subí las escaleras tan rápido como los jamaicanos corren o, así me pareció a mi. 

Llegué a la puerta y no me quedó más que suspirar. No sentía el corazón. Pero aún así no estaba dispuesta a pararme. Abrí rápido la puerta...
Eso no me lo esperaba. La casa estaba pintada de blanco y había un señor barrigudo sentado en el suelo.

-Hola Selena, pensé que nuna te atreverías a enfrentarte a mí
- ¿Quién eres? Dime qué has hecho. Dime que coño has echo y déjame en paz.- Grité
- Tranquila. ¿o quieres que Jennette tu queridísima profesora se entere de algo?
-Pero no te da verguenza. Eres un asesino. Nadie te ha echo nada.
- ¿A no?
-¡Nooo!
- Yo quiero recordarte que esta es MI casa- recalcó 
- Mire, repugnante vestia, si quiere acabar conmigo hágalo ya. No entiendo su juego. ¿Sabe qué? Ni si quiera usted lo entiende. Era mi vida y usted me la arrebató.
-Jajaja. Tranquila, yo no he sido. - Arqueo la ceja. Me estaba poniendo de los nervios. Cada vez entendía menos su juego. No parecía haber hecho nada. Pero por dentro, sabía que era un sicópata. - Selena, recuerda. La verdad se esconde en las locuras más simples.
-Déjese ya de tonterías y máteme o haga lo que quiera que piensa hacer conmigo, no me importa.
- Pero pequeña y dulce niña. Que pena que los latidos de tu corazón no los hayas escuchado nunca. Mira, los tengo aquí encerrados en este botecito. - Metió la mano en un bolsillo y sacó un bote vació. De repente, se escucho a un fuerte volumen el Boom Boom de un corazón. - Nunca nadie dijo nada pero, ¿sabías que llevas muerta ya casi medio año?
- DE qué habla
-¿No te acuerdas de ninguna habitación blanca con tus padres al lado y Zooey dando a luz. Estabas al lado. .Te acababas de dar un golpe en la cabeza y entraste en coma. Yo lo único que quería era devolverte los latidos de tu corazón. Toma.
-¿Y mi familia?
- Tú misma lo dijiste en la canción que escribiste antes de abrirte la brecha. Tu alma vuela. Fueron ellos quienes se quedaron allí abajo.
- Me esta diciendo que esto fue todo obra de un coma.¿ Que mi familia sigue viva? ¿Que Anastasia tambien?
- Sí.
- Pero Anastasia apareció en mi sueño. Ella no existía.
- Si que existía. Tiene ya dos años.
- Bueno, toma. Cuando bajes allí abajo lo entenderas. Ah! Y, buen viaje dama. - El hombre abrió el bote y yo cerré los ojos.
Cuando los volví a abrir estaba en una habitación tan blanca como la anterior. Sonaba la melodía que había compuesto y la dulce y melodioa voz de Dani. Ahí estaba.
- Mamáa, a funcionado te dije que funcionaría. Esta aquí. -En la habitación estaban todos. Bob, Zooey, Dani, mi padre, mi madre, mi tía y la pequeña Anastasia. - Sonreí y me devolvieron la sonrisa. Todo había sido un sueño.


Hoy

Abro el portatil y me encuentro con Anastasia en el fondo. Ya tiene todos los dientes y sabe hablar. Tiene una voz dulce como la de Zooey y ya le he enseñado a tocar un poco el piano. Pero, antes de que se me olvide todo lo que pasó durante mi coma, voy a escribirlo.

Aquel día estaba llegando a casa y pensando la razón por la que tenía que vivir al lado de mi enemigo y mi tutora...

sábado, 4 de febrero de 2012

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12. The devil of the 134 Room
                                            

Estaba sentada en el sofá negro de mi casa, a solas. Una brisa entró por la ventana cercana a mi posición en aquel instante. Me removió mi largo fleco y se fue, tan pancha, por el resto de la casa. Pero que se le va a hacer, era aire. Libre. Probablemente sería de los pocos restos de aquel movido invierno que quedaron en el caluroso verano. Una primavera que simplemente servía de agobiado puente antes de lo que los estudiantes llamaban el relax, el verano. Yo, por mi parte, debía ir a trabajar todos los días. Pero, más vale el poco dinero que obtenía por mis ocho horas diarias que nada. Al menos, me había cortado el pelo. Cada vez era más cobrizo, más oscuro. Me sentía triste. Mi tía nunca estaba en casa cuando llegaba porque salía a trabajar y no volvía hasta la mañana del día siguiente. Un horario francamente duro para una familia inestable como la nuestra. El pequeño vínculo que habíamos formado ambas se había perdido. Una simple nota en la mesa me recordaba que no estaba sola en el mundo. Siempre me quedaban los domingos. Pero cada una estaba en su cama, relajada, durmiendo junto al son de una canción agradable. Sus discos solían estar todos rayados. Una pena para aquel que quería escuchar música ochentera de calidad.
Cerré los ojos. Me quedé dormida bajo los efectos de Le Cygne (el cisne) de Saint-Saëns, parte más lenta de El Carnaval de los Animales. A mí me pareció un sueño eterno pero, probablemente, no habían pasado más de veinte minutos desde entonces. Sonó mi móvil.
- ¿Hola?
- Selena, ven al hospital que Zooey está de parto.- Dijo la madre
- Pero si solo lleva siete meses
- Prematuro Selena, eso pasa.
- Vale, ya voy.
Mi sonrisa duró tres segundos. Tres meros segundos. Me di cuenta de todo lo que iba a pasar. Ya no más salidas, número considerable de ojeras, mucho gimnasio para Zooey y el poco tiempo que me quedaba de vida dedicado a Anastacia.
- Espero que no se parezca a Jorge. Si pudiera le daba un buen puñetazo para que se le quitara esa cara de garañón chulito que tenía.- Pensé.

Apreté con fuerza la piedra que tenía por móvil, cogí el bolso que estaba colgado en la silla de la cocina y salí a la calle. Cogí el autobus que me dejó en frente de el hospital. Le pregunté a un guardia por la sala de partos.
- El segundo edificio, sótano primero.
- Gracias, señor.
Corrí. Corrí como no había corrido nunca. Sin importarme la cantidad de aire que tuviera en los pulmones. Corrí.  Llegué al edificio y bajé rápido las escaleras ya que no quería esperar al ascensor. Cuando porfin iba a llegar al suelo me caí. Di dos vueltas. El tiempo se paró. Cuando recuperé la conciencia segundos después una herida en la rodilla emanaba sangre. Seguí corriendo sin que tuviera parecida importancia el daño que me había hecho. Ciertamente me dolía mucho el tobillo pero en aquel momento no lo sentía.
-Disculpe señor, busco a Zoeey Channel. ¿Me podría decir en qué habitación está?
- A ver... - Tecleó su nombre en el ordenador.- Ya ha salido del paritorio, está en la habitación 134.
- Gracias.
Fui hacia la izquierda.
- ¡Señorita, es por el otro lado!- gritó el enfermero recepcionista
-Gracias, señor.
Cambié velozmente mi dirección mientras veía al enfermero observar mi pierna con cara de asombro.
130,131,132,133, ¡134! Ya había llegado. Toqué el gélido mango de la puerta cuando de repente, empezaron a sonar unas voces raras que parecían ir girando a mi alrededor. Unos quejidos y unas risas. Después muchas conversaciónes a la vez. - ¡Te lo advertí! Sonó una voz que parecía sobresalir de las demás. Giré mi cabeza en ambos sentidos. No había nadie más que enfermeros y médicos que corrían de un lado al otro. Pensé que me iba a desmayar. Parpadeé dos veces y mis piernas cedieron. Mi mano se despegó lentamente de la puerta y caí, caí al frío suelo de mármol.


Al despertar, vi ante mis ojos a mi nueva madre, a la madre de Zooey y su padre quien aguantaba un pequeño peluche.

-¿Dónde está Zooey? ¡Dónde está!
- Estoy aquí, a tu lado- Giré mi cabeza hacia la izquierda y ahí estaba - Ayúdame Seli, por favor, ayúdame. - Soltó un grito ahogado.
- Selena, cariño, ha tenido un parto complicado, y Anastacia, bueno, Anastacia ha muerto. - Vi a la madre de Zooey llorar al igual que a Zooey
-  No, no puede ser. Otra más no, otra más no, otra... más no.- El fuerte llanto contuvo mis palabras y todo se redujo a gritos y a llantos en aquella oscura habitación 134.

domingo, 4 de diciembre de 2011

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11. Once upon a december


Y entoncés me abalancé sobre la cama. Otro largo día de examenes. Todos aprobados, o eso esperaba. Ya no quedaba mucho para que se  acabaran las clases. Incluso, cada día parecía que era el último. Aún así tenía miedo. No quería irme del colegio. Ese era mi sitio, con Zooey. Cuidando de ella, y de lo que dentro de cinco meses sería Anastacia. En fin, ya lo había hablado con Jorge y el, como era de esperar, le dijo que no iba a hacer nada y que si tenía el bebé era porque ella quería porque por su parte no pensaba mover ni un dedo sin haber sido su decisión. Un gran resumen para lo que fue una conversación de un recreo, cinco cambios de hora y mensajitos en la hora de filosofía. Idiota. Luego mucho llanto por parte de Zooey pero la primogénita Anastacia Channel ahora iba a ser mirad mía como ayuda a la vida laboral de Zooey. La niña debería llamarse Anastacia Channel Cabrera. Pero entonces destrozaría la magia de ser una niña medio inglesa como Zooey y tener solo un apellido. Bueno, al menos entre las dos decidimos el nombre. Estábamos entre Victoria, Aurora y Anastacia cuando, al día siguiente, como si fuera obra del destino, la profesora de historia comenzó a tararear la canción Once upon a december, de la película Anastacia. Descubrí el libro de filosofía y me puse a estudiar una vez más esta complicada asignatura La verdad es que me iba bien después del pequeño problema en la segunda evaluación. Estoy segura de que mi madre estaría orgullosa de mí. Lo cierto es que ahora tenía incluso menos tiempo desde que comencé a trabajar más seriamente en el McDonnald. Muchos convenientes como comida gratis, buena paga. Pero un único inconveniente pero muy anti-estético, el estar rodeada de grasas hacía que estuviera totalmente cuvierta de granos rojos y totalmente asquerosos. Me sentía como si estuviera dandome baños con grasa de vaca todos los días, y eso es claramente horrible. Hasta qué punto se habían puesto las cosas. Empecé a darme más gustos como poder ir a la peluquería y hacerle un regalo de cumpleaños a mi tía Mónica. Un collar de Byoü Brigitte no es que fuera el mejor regalo, pero almenos fue una sorpresa.
El tiempo pasó rápido. A penas era capaz de escuchar el tik-tak del reloj que estaba sobre mi mesa. Conseguí llegar a la última página del quinto capítulo. Suficiente por un día. Eran en total doce capítulos de pura teoría filosófica. Sin embargo, en tan solo un día y con mucha concentración había conseguido liquidar cinco de doce temas. En dos días era el examen final. Pero tuve que dejar de estudiar para ir a trabajar. Cogí mi grasoso uniforme y mi redecilla del pelo, los metí en la alargada mochila azul que me había comprado en un chino al empezar a trabajar y salí por la puerta. Tuve que esperar unos diez minutos a que pasara el autobus. Estando ya sentada comencé a escuchar grabaciones de otros días sobre mis lecciones de inglés. No era la mejor manera de estudiar pero sí de aprovechar el tiempo al máximo. Al fin y alcabo quedaban menos de diecisiete horas para el examen. Al llegar al trabajo me fui al vestuario para vestirme. Me puse en el último baño de todos y comencé a ponerme el uniforme. Una vez terminé, me recogí mi largo pelo en un moño y éste lo tapé con la redecilla. Me puse nuevamente los auriculares y salí a ponerle lechugas, tomates, "carne" e ingredientes secretos a las hamburguesas. Cansada ya de esta labor cuatro horas después. Puse mi huella dactilar en el registro, mi contraseña y antes de salir Francis, el encargado, me hizo parar.
- Selena lo estas haciendo muy bien. Te pondría a trabajar seis horas pero tienes que estudiar, ¿verdad?
- Realmente no, jefe. Si me deja empezar dentro de dos semanas lo haría encantada. Porque ahora realmente no puedo ya que sí tengo que estudiar para los exámenes finales.
- Selena, te pondré en uno de los puestos de atención al cliente detrás del ordenador. Si todo va bien, en dos meses quisiera probar contigo una nueva idea con respecto a los clientes. Ya verás para entonces. Por cierto, te pagaré cien euros semanales más, lo que significa que ahora cobras ochocientos. ¿Te parece bien?
- Más que bien señor, sí señor, es decir, gracias señor. - Creí que me iba a dar un hiptus ahí mismo en el medio del McDonnald. Ochocientos euros. Wow. Eso era como darle a una niña de cinco años cinco barbies en reyes.
-Adiós Selena, nos vemos mañana.
- Adiós jefe- Resoplé intentando controlar mi energía.
Mientras volvía a casa escuchando mis grabaciones de inglés pensaba que tenía que comprarme exfoliante y algo de maquillaje para tener una bonita cara para exponer al público. Me había vuelto muy superficial-pensé- pero es lo mínimo que puedo hacer después de que me pagaran ochocientos euros mensuales. Ahora más que nunca me veía preparada para dar la bienvenida a mi futura casi sobrina, Anastacia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

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10. Death scares


Me había quedado de piedra. Sabía que no debería haber vuelto sola a esa casa pero Bob me había traicionado aquel mismo día contándole a mi tía Mónica que estaba visitando mi antigua casa. Regla número uno, nunca confies en nadie, ni en tí misma. Regla número dos, las promesas de dedo meñique no sirven para nada. Todo empezó aquel mismo día por la mañana. Me desprté y había una llamada perdida en el teléfono. Antes de escucharla entró en la habitación mi tía quien parecía estar algo enfadada conmigo. El corazon me latió más rápido que la velocidad de un lince ante una gacela. Solo que yo, en este caso, no era el lince, era la gacela.
-Selena Cabrera Cruz. Te prohibo que salgas de esta casa durante un mes. Solo del colegio a casa.
- ¿Y si tengo que hacer un trabajo?
- Pues te traes a tus amigas a casa pero no quiero volver a escuchar a Bob o a cualquier otra persona de este mundo decir que has incumplido una de las principales normas que te impuse desde que entraste por la puerta de esta casa hace cinco meses, no volver jamás a la escena del crimen
- Pero mamá
- Sin peros ni nada
- Tía Mónica por favor... - Hacía tiempo que no la llamaba así y al oir las palabras tía Mónica salir de mi boca le enfadaron aún más.
- Se acabó. Dos meses castigada. Puedes ir a entrenar baloncesto si quieres pero solo bajo mi supervisión o la de Zooey.
- No me puedo creer que hayas metido a Zooey en esto
- Ella también se preocupa por tí y ninguna de las do quiere que vuelvas a ir.
- Vale...- Salió de mi habitación y cerró la puerta.
Me vestí para ir al colegio.  Me peiné mi larga cabellera. Hacía ya cinco meses que no me la cortaba.  Pensé en ir a la peluqueria pero entonces no nos daría el dinero para fin de mes. Con la crisis, mi tía había perdido su trabajo de dentista hacía casi dos meses y había conseguido un puesto de trabajo en el restaurante francés bon appétit y entonces dejé de ir todos los días a natación y comencé a ir dos veces en semana a entrenar baloncesto ya que, además de ser menos horas, era más barato. En el curso siguiente, me iban a poner en un instituto público si no conseguía encontrar un trabajo en el que le pagaran más. Había sido un gran problema pero habíamos logrado seguir adelante sin gastar más de la cuenta. Yo, buscaba trabajo. Probablemente uno a tiempo parcial en cualquier tienda de ropa. Prefería ser dependienta en algo que tuviera que ver con la moda. Fui dejando mi curriculum en las tiendas de ropa que más me gustaban del centro comercial situado cerca del colegio. Aún no había recibido ninguna llamada, ya ni la esperaba.
Cuando iba llegando al colegio me encontré con Alexa justo en frente. Lo cierto es que no nos habíamos vuelvo a hablar. Nuestro grupo se había separado completamente. Giré la cabeza tal y como lo hizo ella solo que para el otro lado. Si quería ser desagradable, yo sabía como serlo y aún más. Fui corriendo hacia Zooey al verla. Me alegrué al saber que había influido algo en ella y  se había teñido de negro una vez más e iba a ir recuperando el color poco a poco. Ya se le notaba una pequeña barriguita y ella seguía estudiando a más no poder para sacar primero de bachiller con unas notas excelentes y, si las bajaba  en segundo por el bebé, que no le pusieran notas más bajas que un siete al hacer la media.
-¡Zooeeey!
- Selena, ¿qué tal?
-Bien mañana tengo mi primera ecografía, ¿te lo puedes creer?
- ¿Has hablado con Jorge del tema?
- No. Y, si te soy sincera prefiero no hacerlo
- Me prometiste que lo harías.
- El dedo meñique ya está pasado Selena.- Sí, era cierto. Pero en ese sentido yo seguía siendo una niña pequeña.
- Bueno algo peor. Si no lo hablas con él seré yo quien se lo diga.
- No, por favor.
- Sí por favor Zooey. A lo mejor y todo hay un milagro y resulta que decide ocuparse aunque solo sea un poco del bebé. El ni si quiera va a hacer la PAUel año que viene. Se quedará en primero seguro. De tal modo que tu le puedes decir que no necesitas ni su dinero ni su estancia. Simplemente, que lo cuide algunas tardes para tu poder estudiar.
- No
- Pues adiós, se lo voy a decir ahora mismo.
- Vale, se lo contarépero esperaré a mañana después de haberme preparado el discursito, ¿de acuerdo?
- Sí. Pero si mañana no se lo dices, yo me encargaré.
El día pasó como cualquier otro día. Clases y más clases, un recreo entre la tercera y cuarta hora y un examen. Al llegar a casa, mi tía estaba llorando. Bob había desaparecido. Al parecer la última persona que lo vio fue antes de la llamada. Cada vez me ponía más nerviosa. Sabía que alguien me quería hacer daño. ¿Y qué mayor daño de ir quitando gente de mi alrededor? La muerte no dolía en comparación con todo lo que estaba pasando. Esa misma noche, mientras mi tía cansada de más de ocho horas en pie trabajando dormía me levanté dispuesta a volver a la casa. Unos veinte minutos después de caminar, llegué a el edificio "esperanza". Ahí reposaba la amplia puerta esperando a ser avierta con mi llave. Subí poco a poco las númerosas escaleras hasta llegar a mi antigua casa. No se oía nada. Todo parecía estar en paz y tranquilidad en la casa, como si nada de lo que pasó la otra noche hubiera sido verdad. Si Zooey,mi tía o cualquier otra persona me hubiera acompañado, juraría que lo que yo había vivido era todo un sueño. Incluso me lo planteé. Pero era imposible. Se bien lo que oí y lo mucho que corrí aquella noche. No parecía haber nadie. La curiosidad me mataba y decidí abrirlentamente la puerta. Mientras la iba moviendo, algo la cerró rápidamente y una voz de ultratumba gritó:
-¡Fuera de aquí, no vuelvas nunca más Selena Cabrera Cruz! ¡Te conozco muy bien, sé donde vives, cual es tu colegio y lo que te reparará el futuro si vuelves a entrar! ¿No te basta con tus padres, tu hermano y Bob ¿ O quieres que por accidente la vida de Zooey y Momo llegue a su fin? ¡Quedas advertida! Una vez más y te dejaré sola en menos que canta un gallo.
Mis manos se congelaron, dejé de pensar. No sabía si había muerto de miedo o seguía viva.  Lo cierto es que nunca había estado más asustada. En mi cabeza se repasaban una y otra vez las palabras mencionadas... Momo... yo había escuchado antes a alguien llamar a mi tía Momo pero, ¿a quién?