miércoles, 28 de marzo de 2012

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13.  The end in the beginning




Dos semanas después  Anastasia ya era un capítulo aparte sumado a otras personas pero, probablemente a peor. Mi paciencia se había agotado. Prefería morir a seguir viviendo con ese sentimiento de desesperación y el miedo recorriendome las venas. Iba a volver a mi casa y estaba dispuesta a descubrir la verdad. . ¿Cómo alguien en su sano juicio podía quitarle a alguien todo lo que ama?
Enarqué los ojos mientras levantaba mi cabeza de la almohada. Mi tía Mónica me había dejado Tortitas encima de mi escritorio. Llevaba dos semanas en el hospital y esta era la primera noche que estaba en casa.  Tenía hambre, mucha hambre. Me levanté rapidamente y comencé a comer como un leopardo a una gacela. Entre mordisco y mordisco desataba mi rabia y eso me reconfortaba. Cuando se acabó el último trozo, llevé  el plato a la cocina. Mi tía se había ido a comprar como hacía todos los sábados por la mañana. Fui a la sala de música. Cogí una hoja de papel de pentagramas, un lápiz y me senté en el piano. Comencé a tocar LAM, Do#m,Re M,...No encontraba una tonalidad agradable. Apoyé bruscamente los codos sobre el piano lo que produjo una disonancia que expresaba mis sentimientos a la perfección. No quería llorar. No me iba a volver a hundir. Aún así, cuanto más fuerte me creía, más sensible era y peor estado anímico tenía. Estiré mi cuello lo máximo que pude y levanté mis codos. Apoyé mis manos sobre el piano y comencé a tocar uno de los primeros estudiosq estudio de piano que me enseñaron. Se llamaba arabescos. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tendría como unos siete años cuando mi tía trajo un pequeño teclado a mi casa y me dijo como se tocaba el piano. Y en menos de dos meses ya había terminado de leerme dos libros enteros. Me había regalado aquel teclado que pronto rompió mi hermanito pequeño. Dani siempre me destrozaba todo y yo pensaba que lo odiaba pero, en realidad, lo quería más de lo que me imaginaba. Y, de repente se me ocurrió. Tenía las notas perfectas en la mano. Arpegios en la mano izquierda y en la derecha notas que acompañaran a una voz. La voz de Dani. Era tan dulce y angelical como la de Jean- Baptiste Mounier. Solo que Jean era el chico idílico para mí y Dani, mi hermano pequeño. Las notas las tenía todas en la mente. Solo faltaba la letra. Nunca había compuesto una así que comencé lento y, aunque llené una hoja de tachones, salió la rima

Yo sé que me echas de menos pero estoy
en la música que escuchas hoy.
Recuerda el pequeño piano o a la profe de inglés
y que hoy en día aún siento interés
por saber que fue de ti aquel invierno.
No me lleves tan lejos, por favor
sé que nuestro amor es más sencillo
y que al final se me clavó como un cuchillo.
Por qué, dime tú por qué
 no estoy donde quiera que estés
contigo.
Cuéntame al menos una vez qué pasó esa noche
Si el espíritu de mi vida seguirá vagando
o si el cariño se irá olvidando.
Dime pequeño por qué mi alma no descansa junto a la tuya
Se me hace difícil pensar como esta papá
si aún te sigue contando cuentos
o su alma no está en paz
por auqellos dolorosos momentos.
Y dime si Anastasia os acompaña
o simplemente se perdió,
de camino a su verdadera casa.

El dolor me mata solo de recordar
cuán poco bello final
sin saber si me sigues queriendo

Te quiero y espero que recuerdes siempre
que aunque este muy lejos de ti
yo estaré hasta el último instante
preocupada por si esto alguna vez fue algo más
que una simple despedida
o es un simple sueño del cual aún no me despierto.

Cogí el papel y salí corriendo por las calles de Segovia. Llegué a aquel pintoresco edificio cuyo patio interior era de color verde. Abrí la puerta del edificio y subí las escaleras tan rápido como los jamaicanos corren o, así me pareció a mi. 

Llegué a la puerta y no me quedó más que suspirar. No sentía el corazón. Pero aún así no estaba dispuesta a pararme. Abrí rápido la puerta...
Eso no me lo esperaba. La casa estaba pintada de blanco y había un señor barrigudo sentado en el suelo.

-Hola Selena, pensé que nuna te atreverías a enfrentarte a mí
- ¿Quién eres? Dime qué has hecho. Dime que coño has echo y déjame en paz.- Grité
- Tranquila. ¿o quieres que Jennette tu queridísima profesora se entere de algo?
-Pero no te da verguenza. Eres un asesino. Nadie te ha echo nada.
- ¿A no?
-¡Nooo!
- Yo quiero recordarte que esta es MI casa- recalcó 
- Mire, repugnante vestia, si quiere acabar conmigo hágalo ya. No entiendo su juego. ¿Sabe qué? Ni si quiera usted lo entiende. Era mi vida y usted me la arrebató.
-Jajaja. Tranquila, yo no he sido. - Arqueo la ceja. Me estaba poniendo de los nervios. Cada vez entendía menos su juego. No parecía haber hecho nada. Pero por dentro, sabía que era un sicópata. - Selena, recuerda. La verdad se esconde en las locuras más simples.
-Déjese ya de tonterías y máteme o haga lo que quiera que piensa hacer conmigo, no me importa.
- Pero pequeña y dulce niña. Que pena que los latidos de tu corazón no los hayas escuchado nunca. Mira, los tengo aquí encerrados en este botecito. - Metió la mano en un bolsillo y sacó un bote vació. De repente, se escucho a un fuerte volumen el Boom Boom de un corazón. - Nunca nadie dijo nada pero, ¿sabías que llevas muerta ya casi medio año?
- DE qué habla
-¿No te acuerdas de ninguna habitación blanca con tus padres al lado y Zooey dando a luz. Estabas al lado. .Te acababas de dar un golpe en la cabeza y entraste en coma. Yo lo único que quería era devolverte los latidos de tu corazón. Toma.
-¿Y mi familia?
- Tú misma lo dijiste en la canción que escribiste antes de abrirte la brecha. Tu alma vuela. Fueron ellos quienes se quedaron allí abajo.
- Me esta diciendo que esto fue todo obra de un coma.¿ Que mi familia sigue viva? ¿Que Anastasia tambien?
- Sí.
- Pero Anastasia apareció en mi sueño. Ella no existía.
- Si que existía. Tiene ya dos años.
- Bueno, toma. Cuando bajes allí abajo lo entenderas. Ah! Y, buen viaje dama. - El hombre abrió el bote y yo cerré los ojos.
Cuando los volví a abrir estaba en una habitación tan blanca como la anterior. Sonaba la melodía que había compuesto y la dulce y melodioa voz de Dani. Ahí estaba.
- Mamáa, a funcionado te dije que funcionaría. Esta aquí. -En la habitación estaban todos. Bob, Zooey, Dani, mi padre, mi madre, mi tía y la pequeña Anastasia. - Sonreí y me devolvieron la sonrisa. Todo había sido un sueño.


Hoy

Abro el portatil y me encuentro con Anastasia en el fondo. Ya tiene todos los dientes y sabe hablar. Tiene una voz dulce como la de Zooey y ya le he enseñado a tocar un poco el piano. Pero, antes de que se me olvide todo lo que pasó durante mi coma, voy a escribirlo.

Aquel día estaba llegando a casa y pensando la razón por la que tenía que vivir al lado de mi enemigo y mi tutora...

sábado, 4 de febrero de 2012

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12. The devil of the 134 Room
                                            

Estaba sentada en el sofá negro de mi casa, a solas. Una brisa entró por la ventana cercana a mi posición en aquel instante. Me removió mi largo fleco y se fue, tan pancha, por el resto de la casa. Pero que se le va a hacer, era aire. Libre. Probablemente sería de los pocos restos de aquel movido invierno que quedaron en el caluroso verano. Una primavera que simplemente servía de agobiado puente antes de lo que los estudiantes llamaban el relax, el verano. Yo, por mi parte, debía ir a trabajar todos los días. Pero, más vale el poco dinero que obtenía por mis ocho horas diarias que nada. Al menos, me había cortado el pelo. Cada vez era más cobrizo, más oscuro. Me sentía triste. Mi tía nunca estaba en casa cuando llegaba porque salía a trabajar y no volvía hasta la mañana del día siguiente. Un horario francamente duro para una familia inestable como la nuestra. El pequeño vínculo que habíamos formado ambas se había perdido. Una simple nota en la mesa me recordaba que no estaba sola en el mundo. Siempre me quedaban los domingos. Pero cada una estaba en su cama, relajada, durmiendo junto al son de una canción agradable. Sus discos solían estar todos rayados. Una pena para aquel que quería escuchar música ochentera de calidad.
Cerré los ojos. Me quedé dormida bajo los efectos de Le Cygne (el cisne) de Saint-Saëns, parte más lenta de El Carnaval de los Animales. A mí me pareció un sueño eterno pero, probablemente, no habían pasado más de veinte minutos desde entonces. Sonó mi móvil.
- ¿Hola?
- Selena, ven al hospital que Zooey está de parto.- Dijo la madre
- Pero si solo lleva siete meses
- Prematuro Selena, eso pasa.
- Vale, ya voy.
Mi sonrisa duró tres segundos. Tres meros segundos. Me di cuenta de todo lo que iba a pasar. Ya no más salidas, número considerable de ojeras, mucho gimnasio para Zooey y el poco tiempo que me quedaba de vida dedicado a Anastacia.
- Espero que no se parezca a Jorge. Si pudiera le daba un buen puñetazo para que se le quitara esa cara de garañón chulito que tenía.- Pensé.

Apreté con fuerza la piedra que tenía por móvil, cogí el bolso que estaba colgado en la silla de la cocina y salí a la calle. Cogí el autobus que me dejó en frente de el hospital. Le pregunté a un guardia por la sala de partos.
- El segundo edificio, sótano primero.
- Gracias, señor.
Corrí. Corrí como no había corrido nunca. Sin importarme la cantidad de aire que tuviera en los pulmones. Corrí.  Llegué al edificio y bajé rápido las escaleras ya que no quería esperar al ascensor. Cuando porfin iba a llegar al suelo me caí. Di dos vueltas. El tiempo se paró. Cuando recuperé la conciencia segundos después una herida en la rodilla emanaba sangre. Seguí corriendo sin que tuviera parecida importancia el daño que me había hecho. Ciertamente me dolía mucho el tobillo pero en aquel momento no lo sentía.
-Disculpe señor, busco a Zoeey Channel. ¿Me podría decir en qué habitación está?
- A ver... - Tecleó su nombre en el ordenador.- Ya ha salido del paritorio, está en la habitación 134.
- Gracias.
Fui hacia la izquierda.
- ¡Señorita, es por el otro lado!- gritó el enfermero recepcionista
-Gracias, señor.
Cambié velozmente mi dirección mientras veía al enfermero observar mi pierna con cara de asombro.
130,131,132,133, ¡134! Ya había llegado. Toqué el gélido mango de la puerta cuando de repente, empezaron a sonar unas voces raras que parecían ir girando a mi alrededor. Unos quejidos y unas risas. Después muchas conversaciónes a la vez. - ¡Te lo advertí! Sonó una voz que parecía sobresalir de las demás. Giré mi cabeza en ambos sentidos. No había nadie más que enfermeros y médicos que corrían de un lado al otro. Pensé que me iba a desmayar. Parpadeé dos veces y mis piernas cedieron. Mi mano se despegó lentamente de la puerta y caí, caí al frío suelo de mármol.


Al despertar, vi ante mis ojos a mi nueva madre, a la madre de Zooey y su padre quien aguantaba un pequeño peluche.

-¿Dónde está Zooey? ¡Dónde está!
- Estoy aquí, a tu lado- Giré mi cabeza hacia la izquierda y ahí estaba - Ayúdame Seli, por favor, ayúdame. - Soltó un grito ahogado.
- Selena, cariño, ha tenido un parto complicado, y Anastacia, bueno, Anastacia ha muerto. - Vi a la madre de Zooey llorar al igual que a Zooey
-  No, no puede ser. Otra más no, otra más no, otra... más no.- El fuerte llanto contuvo mis palabras y todo se redujo a gritos y a llantos en aquella oscura habitación 134.