sábado, 4 de febrero de 2012

cambios

12. The devil of the 134 Room
                                            

Estaba sentada en el sofá negro de mi casa, a solas. Una brisa entró por la ventana cercana a mi posición en aquel instante. Me removió mi largo fleco y se fue, tan pancha, por el resto de la casa. Pero que se le va a hacer, era aire. Libre. Probablemente sería de los pocos restos de aquel movido invierno que quedaron en el caluroso verano. Una primavera que simplemente servía de agobiado puente antes de lo que los estudiantes llamaban el relax, el verano. Yo, por mi parte, debía ir a trabajar todos los días. Pero, más vale el poco dinero que obtenía por mis ocho horas diarias que nada. Al menos, me había cortado el pelo. Cada vez era más cobrizo, más oscuro. Me sentía triste. Mi tía nunca estaba en casa cuando llegaba porque salía a trabajar y no volvía hasta la mañana del día siguiente. Un horario francamente duro para una familia inestable como la nuestra. El pequeño vínculo que habíamos formado ambas se había perdido. Una simple nota en la mesa me recordaba que no estaba sola en el mundo. Siempre me quedaban los domingos. Pero cada una estaba en su cama, relajada, durmiendo junto al son de una canción agradable. Sus discos solían estar todos rayados. Una pena para aquel que quería escuchar música ochentera de calidad.
Cerré los ojos. Me quedé dormida bajo los efectos de Le Cygne (el cisne) de Saint-Saëns, parte más lenta de El Carnaval de los Animales. A mí me pareció un sueño eterno pero, probablemente, no habían pasado más de veinte minutos desde entonces. Sonó mi móvil.
- ¿Hola?
- Selena, ven al hospital que Zooey está de parto.- Dijo la madre
- Pero si solo lleva siete meses
- Prematuro Selena, eso pasa.
- Vale, ya voy.
Mi sonrisa duró tres segundos. Tres meros segundos. Me di cuenta de todo lo que iba a pasar. Ya no más salidas, número considerable de ojeras, mucho gimnasio para Zooey y el poco tiempo que me quedaba de vida dedicado a Anastacia.
- Espero que no se parezca a Jorge. Si pudiera le daba un buen puñetazo para que se le quitara esa cara de garañón chulito que tenía.- Pensé.

Apreté con fuerza la piedra que tenía por móvil, cogí el bolso que estaba colgado en la silla de la cocina y salí a la calle. Cogí el autobus que me dejó en frente de el hospital. Le pregunté a un guardia por la sala de partos.
- El segundo edificio, sótano primero.
- Gracias, señor.
Corrí. Corrí como no había corrido nunca. Sin importarme la cantidad de aire que tuviera en los pulmones. Corrí.  Llegué al edificio y bajé rápido las escaleras ya que no quería esperar al ascensor. Cuando porfin iba a llegar al suelo me caí. Di dos vueltas. El tiempo se paró. Cuando recuperé la conciencia segundos después una herida en la rodilla emanaba sangre. Seguí corriendo sin que tuviera parecida importancia el daño que me había hecho. Ciertamente me dolía mucho el tobillo pero en aquel momento no lo sentía.
-Disculpe señor, busco a Zoeey Channel. ¿Me podría decir en qué habitación está?
- A ver... - Tecleó su nombre en el ordenador.- Ya ha salido del paritorio, está en la habitación 134.
- Gracias.
Fui hacia la izquierda.
- ¡Señorita, es por el otro lado!- gritó el enfermero recepcionista
-Gracias, señor.
Cambié velozmente mi dirección mientras veía al enfermero observar mi pierna con cara de asombro.
130,131,132,133, ¡134! Ya había llegado. Toqué el gélido mango de la puerta cuando de repente, empezaron a sonar unas voces raras que parecían ir girando a mi alrededor. Unos quejidos y unas risas. Después muchas conversaciónes a la vez. - ¡Te lo advertí! Sonó una voz que parecía sobresalir de las demás. Giré mi cabeza en ambos sentidos. No había nadie más que enfermeros y médicos que corrían de un lado al otro. Pensé que me iba a desmayar. Parpadeé dos veces y mis piernas cedieron. Mi mano se despegó lentamente de la puerta y caí, caí al frío suelo de mármol.


Al despertar, vi ante mis ojos a mi nueva madre, a la madre de Zooey y su padre quien aguantaba un pequeño peluche.

-¿Dónde está Zooey? ¡Dónde está!
- Estoy aquí, a tu lado- Giré mi cabeza hacia la izquierda y ahí estaba - Ayúdame Seli, por favor, ayúdame. - Soltó un grito ahogado.
- Selena, cariño, ha tenido un parto complicado, y Anastacia, bueno, Anastacia ha muerto. - Vi a la madre de Zooey llorar al igual que a Zooey
-  No, no puede ser. Otra más no, otra más no, otra... más no.- El fuerte llanto contuvo mis palabras y todo se redujo a gritos y a llantos en aquella oscura habitación 134.

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