martes, 5 de julio de 2011

Era él continuación

Pasada aquella efímera noche, me desperte con unas ojeras horrorosas. Tomé el desayuno y me dispuse a encender la tele. Cuando toqué el mando sentí un calambre así que decidí dejar la tele para otro momento. Abrí el ordenador y me puse a twittear con Josselin Hudson, una futura famosa americana a la que, por casualidad encontré en la red. Me contó que en su discográfica, se había encontrado con Marc Anthoni, de quien era fan desde pequeña. Soltó un pequeño grito y éste la miró raro. No sé si tener una amiga que, dentro de un año, saldría en las portadas de Rolling Stone o New Yorker contando su vida, sería la mejor opción pero, la chica me cayó bien desde un principio y no la iba a dejar sin respuesta a sus numerosos twitts sobre su día a día. Yo sin embargo,  no le contaba mucho. No es que no tuviera confianza con ella pero, igual, un dia se volvía loca y le contaba mi vida a una periodista como la de las Mtv news que, curiosamente, se llamaba  igual que yo, Lisa. Al cabode dos horas o así, recibí una llamada. Era Jeremy. Me empezó a pedir perdón por lo que había pasado el día anterior y, como estaba acostumbrada a hacer, escuché. Llegó un momento en el que le corté y le dije: Jeremy, no pasa nada, te perdono. Así continuamos con la conversación.
- ¿Te has pensado lo del baile?
- Yo dije que iba, y no he cambiado de opinión.
- Vale, yo alquilaré un Smoking. - Él no lo sabía pero, mi sueño desde que tenía doce años era que en mi primera cita el chico se vistiera con Smoking y bueno, sinceramente, ese baile era como la primera cita que tendría.
- Sí estoy de acuerdo. Yo llevaré un vestido que me compraré hoy con mi prima, Alice.
- Oye, me haría ilusión una cosa- insinuó
-  ¿ Qué?
- ¿ Podrías ponerte tacones?
- ¡Qué! ¿Por qué?
- Me hace ilusión, no sé.
- Bueno... no te prometo nada pero, lo intentaré.
-Gracias.- Años después, me enteré de que esa era su fantasia, al igual que la mía con un smoking.
-Me tengo que ir Liss.
-¿Liss? ¿Qué es eso una nueva moda?, porque no me gusta.
- Lisa, perdón. No te volveré a decir Liss, te lo prometo.- Promesa que nunca cumplió.
- Adiós Jeremy.
- addio mio amore - Me dijo con su mejor voz de italiano nativo.
Coloqué el télefono  en su sitio y, cuando me di cuenta, ya eran las tres, y ni si quiera me había quitado el pijama. - Cómo no, otra vez tarde. -Me vestí como un correcaminos y salí por la puerta media hora después. Mientras recorría las muy vistas calles de Santa Cruz en busca de la casa de Alice, llegué a aquel bonito edificio de cuatro plantas donde vivía tan solo su familia. La abuela Tempi en la primera planta, mi tía Artemisa en la segunda planta junto con mi tío Damián, en la tercera sus hermanos  prácticamente gemelos, Juan y Teo. Por último, Alice, la reina de la casa siempre se lleva el piso más alto, solía decir ella con un aire de superioridad a veces molesto, a veces gracioso. Toqué el timbre y me respondió mi abuela Tempi.
- ¿Dígame?- Dijo con su voz desgastada después de cantar en los coros de el Tenderete durante 50 años.
- Soy yo, abu, Lisa. Vengo a ver a Alice.
- Pasa primero por mi piso para saludarte.
- Vale abuela. - Dije sin rechistar.
Mi abuela me dio un vaso de leche y diez euros, como era de costumbre mientras me hablaba de sus revueltos sueños de las noches pasadas. Cuando, derrepente, me llama Alice.
- ¿Tú a qué hora piensas venir, honey? - Volviendo a utilizar sus modos más ingleses.
- Estoy en tu casa, que abuela me dijo que pasara primero por su piso.
- Pues dile que luego vuelves a despedirte pero, ya son las cuatro y hay prisa.
-Adiós.- Colgué de un modo muy hosco y enfadado.
En dos minutos ya estaba cogiendo el ascensor que me llevó a su piso.

-Hola, Reina.- Dijo irónicamente Alice.
- No es la Reina la que llega tarde, son los demás los que llegan antes.
- Oh! Perdone su majestad " Barbie Malibú" - Río.
Me sentó en una silla y comenzó a arreglarme el pelo. Como era de costumbre, la parte de abajo lisa y la parte de arriba con bucles o, como me gustaba llamarlos a mí, ricitos de oro. Posteriormente, la cara. Me puso un poco de base, algo más blanca que mi piel y luego una raya negra que recorría todo mi párpado y un poco más.  Una hora después, comimos y salimos a la zona centro en busca de mi traje.
Al llegar a una tienda cuyo nombre me cuesta recordar, vimos dos vestidos en el escaparate. Ambos eran de color azul cielo. Uno corto y uno largo. Nos miramos mutuamente, sonreímos y entramos. Nosotras teníamos más o menos la misma fisonomía así que nos podíamos intercambiar la ropa cuando queríamos. Ella era más alta que yo, algo que solía restregarme por la cara muchas veces. Con lo cual, al probarnos los vestidos, nos dimos cuenta que a ella le quedaba mejor el vestido largo. Igualmente, decidió dejarme el largo para mí.
- Es antiestético ir denoche con un vestido corto.
- Pero el largo me queda muy suelto.
- Da igual, le podemos decir a la abuela que te lo arregle.
- Estoy de acuerdo, solo pongo un "pero". Nos compramos ambos, yo me pongo el largo en el baile pero luego te lo quedas tú y yo me quedo con el corto.
- No pasa nada. - Respondió con buena cara.
Pagamos los vestidos y salimos a la calle. Le comenté lo de los tacones con mala cara pues, en mi vida me había puesto tacones. Otro gran problema. Fuimos directamente a "la scarpa perfetta", término italiano que significa el zapato perfecto. Allí me  probé diversos zapatos con más de tres centímetros de tacón. Hasta que me decidí por unos blancos cuya forma era similar a los de la boda de mis padres. Algo de magia tenían los zapatos puesto que mis padres siguen casados. Me iban como anillo al dedo. Cuando Alice me los vio puestos me miró sonriendo y entonces supe que iba a estar guapísima a los ojos de ella el día del baile.
-Lisa, ni se te ocurra maquillarte tu sola. - Admitió con segundas, que me maquillaría ella.
Pagamos los caros zapatos y nos fuimos al cine a ver  " The Tourist"´. Película que me acabé comprando por la grandiosidad emotiva de aquel día. Al volver a su casa me propuso dormir allí y acepté. Me probé el vestido con los tacones y, al salir de detrás del blanco biombo del ropero la expresión de mi prima fue simplemente: Fuck the yeah. No Fuck,  ni Fuck yeah,  sino Fuck the yeah.
Sacó su cámara profesional, que era exactamente igual que la de Jeremy, y me comenzó a sacar fotos hasta que el flash me dejó ciega. A las doce más o menos, comenzamos a hablar de nuestro futuro, algo que nos importaba mucho.
-¿Tú crees que algún día me casaré? -  Me preguntó entre sollozos.
- Sí tú no te casas, yo seguramente tampoco. - Le saqué una sonrisa. -  No sé si realmente tendré hijos pero, yo quiero.
- Pues tendrás que esperar a que yo me case, para casarte tú para tener hijos a la vez. Yo un chico y tú una chica. Después se enamorarán y tendremos nietos tan preciosos que les sacaré mil fotos. - Nos reímos.
- Alice, tengo miedo.
- ¿ De qué?
- De crecer y perder todo lo que me importa.
-  Eso forma parte de la vida. Crecer, perder cosas que te importan pero ganar otras que también te importarán.
- Gracias.
- ¿ Por qué?
- Por ser tú. - Y con esta frase, acabó el día y nos dormimos abrazadas, tal y como solíamos hacer.
Seguiré el próximo día

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