miércoles, 19 de octubre de 2011

cambios

8. Fears

Cuando no sabbes qué hacer, qué decir, ¿a quién acudes? A tu madre. Y, ahora, ¿ a quién puedo acudir yo? Nadie. Ni Zooey ni mi tía Mónica me servían. Eran ambas muy malas aconsejando. En cambio, mi madre era la mejor. Yo creo haber sacado esa cualidad de ella. El otro día preguntaron en clase de tutoría ¿cúales son los aspectos que crees haber heredado de tú madre? Me sentí mal. Los había pensado. El temperamento tan fuerte, las ironías y que, cuando nos aferramos a alguien, no podemos soltarlo. Estaba feliz en clase. Quería decir mi respuesta. En cambio, la señorita no me preguntó. ¿Pensaría que no estaba preparada? ¿ Se estaba compadeciendo de mí? No lo sabía.
Ya habíamos comenzado la recta final del curso, mayo.  A decir verdad, hechaba de menos la efímera Semana Santa con Zooey. Sus padres ya habían vuelto a Segovia y Zooey se tuvo que ir. Una pena. Zooey ya se lo había contado a sus padres. Su reacción fue lo esperado. Grito, torta, castigo y por último abrazo de la madre a las semanas diciéndole que lo sentía y que debería saber que lo que hace tiene sus concecuencias. Las cosas se torcieron después cuando menciono que debería abortar cuanto antes. Ella muy pacientemente había respondido que no porque sabía que todo lo que había hecho tenía susu consecuencias y si de verdad quería aprender, debería tener el bebé. La madre lloro. Ella lloró. Su padre entró, las vio llorando y, con toda la "masculinidad" que suelen tener los hombres, respiró hondo y cerró la puerta. Lo que Zooey nunca supo fue que, su padre, también estaba llorando dos habitaciones más allá donde nadie podía verle. Qué tontería. No quería que nadie le viera llorar pero, lo que al padre de Zooey nunca le entraba en la cabeza, era que los hombres, también lloran.

Mamá, si yo me hubiera quedado embarazada, ¿tú también llorarías o te alegrarías? No quería ni saberlo. No por ella sino por mí. Yo estaba muy loca y era muy excéntrica pero con esas cosas, no jugaba.

Aquella noche había sentido la presencia de mi madre y no podía dormir. Muy silenciosamente cogí las llaves de mi antigua casa y deje una nota
Tía Mónica, si te despiertas y ves que no estoy quiero que sepas que fui a dar un paseo por el parque Alcázar. no podía dormir.

Acababa de mentir a mi tía pero era necesario. Tenía que volver a mi casa. Menos mal que heredé el piso. No se que hubiera pasado si no hubiese ido aquella noche.
Abrí lentamente la puerta del edificio "esperanza". Hacía tiempo que no pasaba por allí. El patio interior estaba igual. Los árboles habían crecido un poco y las flores ya estaban saliendo. Subí escalera tras escalera todos los pisos del edificio hasta llegar al mío. Posé mi fría oreja en la puerta de mi vecina, la señorita Jennette. Se oía la televisión. Una sonido tenúe. Casi ni se percibía. Probablemente estubiera viendo sonrisas y lágrimas cuando se quedó dormida. Era su película preferida. La ponía día y noche. Siempre se hechaba a llorar pero nunca reía. A decir verdad, nunca la había oído o visto reír. Qué espantoso. Aparté la oreja y la posé en la puerta de mi antigua casa. Para mi sorpresa oí a alguien tirando unos platos y a dos persona discutir. Casi grito pero me tapé la boca con la mano para evitar el sonido que despertaría a todo el edificio. Bajé la escalera. Paré. ¿Quién estaría ahí? Quería saberlo pero tenía miedo y, si lo descubriera y llamara a la policía mi tía se enteraría. Puse pies en polvorosa y seguí bajando. Cuando llegué a la calle comencé a correr sin mirar atrás.  El camino me pareció eterno pese a mis prisas.  Al llegar al edificio subí las escaleras lentamente. Estaba agotada. Miré en mi bolso. Había una botella de agua. Me la bebí entera antes de entrar. Siempre se dice que cuando metes una llave cuidadosamente en la cerradura, acabas haciendo más ruido que si la metes de sopetón. Igualmente yo giré la llave muy lentamente. Cuando entré en casa todo estaba exactamente como lo había dejado. Crucé el pasillo de puntillas. Mi tía Mónica, afortunadamente, seguía durmiendo. Llegué a mi habitación. Cogí la nota de la cama. Estaba reescrita. Era una letra muy extraña. Nunca la había visto. Contuve la respiración instintivamente. Era una letra sombría,  parecía venir del infierno. Es como esas letras que  aparecen en los escritos de hace siglos cuando los hombres escribían con pluma. Esta nota parecía estar escrita con pluma pero, con una pluma de sangre. Ese color rojo no lo tenía nungún bolígrafo que existiera. Pude descifrar algunas palabras:
Niñita, no busques entre los recuerdos del pasado 
o te acabarás quedando sin manos.
Si familia o amigosquieres
más vale que no me entere,
de que me sigues
o un bebé y una chica,
podrían acabar sin vida.
                     Firmado: Tus miedos
Esta vez sí grité y comencé a llorar. Alguien me estaba intentando asustar y lo estaba consiguiendo. Era una amenaza, eso estaba claro. De mis miedos. Escondí la nota rápido al escuchar unos pasos que se acercaban corriendo. Me metí en la cama con ropa y zapatos. Mi tía abrió la puerta
-¿Qué te pasa?
- He tenido una pesadilla.
- ¿Estás bien?
-Sí- respondí con una vocesita improvisada. Mentira. Sentí que mi tía lo sabía.
-¿Quieres venirte a dormir conmigo?
-  De verdad que estoy bien, vete y duerme. - Realmente quería ir con ella. Abrazarla. Dormir segura a su lado. Decirle sí como si fuera mi último grito. Pero callé. Estaba vestida. Si se enteraba de que había salido me castigaría. No quería que lo hiciera.
- Buenas noches. - Me dio un beso en la frente y salió de la habitación. Cuando dejé de escuchar los pasos de mi tía lo único que dije fue -Zooey.

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