miércoles, 26 de octubre de 2011

cambios



9. Just a few words


Lo sabía. Cuanto más lo pensaba más me lo repetía, lo sabía.  Algo había pasado. Si el escritor de esas absurdas notas pensó que me lograría asustar se equivocaba. Si hay algo que sabía desde pequeña era que había que ser fuerte ante todo. Estamos hablando de la muerte de mis padres y Dani, no hay miedo que se interpoga. Estaba claro que mi mayor miedo era quedarme sola. Ya se había cumplido. Ahora solo faltaba hecharle gasolina al tanque y seguir adelante. De todos modos, no sabía cómo. Por las noches, me solía quedar despierta cuadrando datos y datos sobre la muerte de mis padres. Llamé a la policía a hablar con Bob, el oficial tan amable que me acompañó el día de la muerte de mi familia. Me comentó que el caso no se había cerrado y aún se investigaba. Le conté lo que me había pasado la noche anterior. No todo, obviamente. Si no, me tomaría por una lunática o algo peor y me encerrarían en el manicomio. Solo le conté mi escapada a la antigua casa y los ruidos. Pensé que si me cubría un policía y me apoyaba alguien que conociera bien la ley todo me iría mejor. Por suerte, no le dijo nada a mi tía.  HAbíamos acordado hablar una semana después. Aún estaba esperando. Se me estaba haciendo unasemana larguísima. Tan solo era martes por la noche y habíamos hablado el sábado. Me estaba volviendo loca. Tenía pesadillas muchas pesadillas. Las pocas noches que habían pasado, me No había nadie que se acostara en él, era un hueco siempre libre y ocupable a merced de quien quisiera utilizarlo. Por suerte para mí, existía. Para la mala suerte de mi tía, no estaba ocupado por un caballero. Para mi gusto así estaba mejor. Para el suyo no. Para mí era como mi segunda opción. Para ella era más bien algo por lo que llorar algunas noches. En fin, todo por un libre hueco en una cama de dos cuerpos. El de mi tía y el mío prioritariamente. 

Estaba sentada en el cuarto musical haciendo los deberes como cualquier martes a las ocho. Había empezado por historia y, como siempre, había terminado con filosofía.  Aún así en ese momento iba por la de inglés. Paré. Miré hacia detrás. Ahí estaba el micrófono con sus siempre colgados cascos heartbeat. Al otro lado mi piano de cola blanca sobre el cual se veía reflejada la silueta del bajo. Quería cantar, tocar el piano y el bajo. Sin embargo, sabía que tenía que estudiar.  Me giré y continué escribiendo una pequeña narración en futuro sobre mis planes para dentro de unos tres, cinco u ocho años. Pasaron las horas. Mi tía decidió entrar sigilosamente en la habitación. Cuando me giré ahí estaba ella tocando el piano. Tan esplendorosamente como era usual en ella. De acorde de tónica paso al de dominante y luego subominante,. Repitió el acorde  dominante  y se quedó resonando la sensible durante lo que parecieron horas y, por último, el acorde de tónica otra vez. Sonreí. Todo lo que podía hacer era sonreirle. No hacía nada mal. Era la mejor madre del mundo. Y lo mal que se lo había hecho pasar después de todo lo que hizo por mí no era justo. Yo lo sabía, ella lo sabía. Aún la llamaba tía pero, ¿y si algún día la empezaba a llamar mami? ¿Estaría en contra de mis principios o sería correcto? Dicen que cuando a un profesor le dices papi es porque realmente le tienes aprecio y porque te equivocas. A mí nunca me había pasado y, sinceramente, quería tener la experiencia.  Me miró, la miré. Callamos. El piano siguió sonando un par de segundos más. Luego se levantó y se acercó al micrófono. Yo al piano. Comenzó a cantar su canción favorita y yo la seguí pulsando esas teclas que, aunque desde donde estaba sentada no se viera, sabía que movían unos pequeños martillos que golpeaban las cuerdas. Parecíaun sencillo mecanismo pero a mí me parecía increíble. Solo de pensar que ese sonido lo estaba creando yo, era suficiente para sentirme bien. Seguí sonriendo. Mi tía siguió cantando. Seguí tocando. Mi tía siguió moviendo el pie al compas de la música. Seguí mirando las teclas. Mi tía siguió escuchando mi melodía. Seguí tocando, y seguí y seguí hasta que la canción acabo.

Nos cambiamos el sitio sin decir nada. Esta vez yo cogí el bajo y me acerqué al micrófono. De allí salió Another One Bite The Dust de Queen. Era la primera vez que la tocaba, la había sacado a oído. No era muy difícil. Sin embargo, la letra ya me la sabía de tanto cantarla. Al terminar la canción miré a mi tía. Ella me miró a mí. Se generó silencio. Un silencio no tan incómodo pero que, en cierto modo, me sacaba de quicio. Pero por fin hubo silencio. Casi se podía escuchar lo que pensaba mi tía. Algo no tan difícil de averiguar después de tantos años conviviendo.

¿Le digo mami o le digo tía? Al fin y al cabo llevaba siendo mi madre durante cinco meses.  Cinco meses de anguistia. Cinco meses de dolor tapados por una fina cubierta. Un papel de una serie que no solía estar en ella. Una cantante que, al lado de su nombre ponía Ft. y el de otra cantante. A veces David Guetta ft. Rihanna, a veces Snoop Dogg ft. David guetta. Daba igual el orden. Lo único que importaba es que David Guetta ya formaba parte de la vida de muchos cantantes. Se había infiltrado con lo que queire la cosa y acabó siendo como una gran tela. Una gran  tela que cubre la vista de la gente, una tela que la gente reconoce al ver. Mi tía era como David Guetta, una tela que se había infiltrado en mí y mis células eran todos esos cantantes. Era toda esa vida que se veía impregnada por alguien nuevo, alguien más.
-Mamá, te quiero.
- Y yo a tí, cariño. - ME dio un abrazo. La oí llorar. Era como aquellas veces que lloras por llorar pero también parecía una de esas veces que lloras por la emoción de haber logrado algo. Eso era para ella, un logro. Yo había sido su hija desde el primer día del mes uno de aquellos cinco meses y ella había sido mi madre solo que aún no nos habíamos dado cuenta. Todas esas dudas y miradas,  todas esas mentiras y cosas que le había ocultado, todos esos te odio que le había dicho. Sentí como si se hubieran perdonado con ese abrazo. Ya nada importaba el pasado. Lo que importaba era ese cambio, ese paso, ese salto de escalón.

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