miércoles, 22 de junio de 2011

Continuación: Era él by Soñadora

Sentados en aquel verde banco como había muchos. Hablamos de diversas tonterías que, solo a él y a mí se nos ocurrían. A veces pensaba que era el Romeo perfecto que tocaba mi puerta, otras, un niñito corriente con una cámara en mano y, la última posibilidad, un buen amigo que me hacía reír. Mi mente estaba hecha un lío. Mientras mis pensamientos me producían un terrible dolor de estómago, me tomóla mano y me dijo: - Ven Lisa, tengo una idea. -Había escuchado mil veces mi nombre pero, que el lo mensionara era diferente. Musicalizaba la L de un modo único al igual que alargaba la S más de lo que cualquier persona haría. Nos levantamos y corrimos hasta la otra parte del área. Se paró al llegar a un árbol, creo que un Flamboyán, y me hizo sentar bajo éste. Sacó de mi bolso el brillo de labios y, como si hubiera puesto esa máscara labial a muchas chicas comenzó a pintarme. Rozando mi pierna y mi brazo derechos, me puso en la posición que tenía en mente. Como era abitual en el se colocó en posición de fotógrafo profesional y me tomó una foto que, según él, había quedado muy bonita.
- Lisa, tienes que ver la mejor foto que ha visto el foco de mi cámara. - Musitó con su suave voz.
- Esto no es nada, tu tienes fotos mucho mejores.- Dije mientras mis cachetes tontamente se volvían rojos una vez más.
-Es la modelo la que la hace única.- Refunfuñó mientras me miraba con sus tiernos ojos.
-Jeremy es la luz, el paisaje, la cámara y,como no, el fotógrafo. A lo mejor si la pasas por el PhotoShop...- añadí.
- Sabes que se va a quedar así, ¿Verdad? - Mostró su lado más perverso y aún así angelical.
Bueno, que se le iba a hacer, era solo una foto. Yo sabía que abía quedado bastante bien pero, me gustaba hacerme inocente en aquella época. Robándole la cámara del bolso saqué un par de fotos a las vistas. No quedaron muy bien. No se puede decir que fuera una fotógrafa profecional, ni mucho menos.
Seguimos caminando hasta llegar al supermercado que quedaba justo en frente. Entramos y compramos dos nesteas de limón. No estaba muy agusto con la elección porque no me gustaba el nestea pero el parecía tan emocionado que me decliné por ese té frío. Mientras me confesaba que estaba teníendo problemas con su hermana de 20 años, tomaba ahogados sorbos de té. Me sentía impotente porque, sabiendo lo que era eso, no quería comentarle mis temas familiares agobiantes. Pese a ello hice como  si no tuviera ni idea y asentía diciendo: - Tiene que ser duro. - El pobre, realmente me daba pena. Aunque el fuera feliz, habían cosas que, si yo estuviera en su pellejo, no soportaría.

Seguiré el próximo día

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